Título: “Avances y desafíos continuos en la reducción de la mortalidad infantil en todo el mundo”
Según las últimas estimaciones publicadas por el Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (UN IGME), la mortalidad mundial de niños menores de cinco años ha disminuido un 60%, de 93 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 1990 a 37 en 2022. Una disminución significativa refleja los avances logrados en el campo de la salud infantil a nivel mundial.
El informe destaca que varios países de ingresos bajos y medianos han superado esta disminución, lo que demuestra que es posible lograr avances concretos cuando se asignan recursos adecuados a la atención primaria de salud, incluida la salud y el bienestar de los niños. Países como Camboya, Malawi, Mongolia y Ruanda han logrado reducir la mortalidad de niños menores de cinco años en más de un 75% desde 2000, mediante intervenciones específicas y un compromiso continuo con la salud infantil.
Sin embargo, a pesar de este progreso alentador, el informe destaca los desafíos continuos en la lucha para poner fin a todas las muertes evitables de niños y jóvenes. Casi 4,9 millones de niños mueren cada año antes de cumplir cinco años, la mitad de los cuales son recién nacidos, y 2,1 millones de niños y jóvenes de entre cinco y 24 años también pierden la vida de forma abrupta. Estas muertes, concentradas principalmente en el África subsahariana y el sur de Asia, a menudo se deben a causas prevenibles o tratables como la prematuridad, las complicaciones del parto, la neumonía, la diarrea y la malaria.
Los expertos subrayan que se podrían salvar muchas vidas mediante un mejor acceso a una atención primaria de salud de calidad, incluidas intervenciones esenciales de bajo costo, como las vacunas y la presencia de personal sanitario capacitado durante el parto. Invirtiendo en servicios de salud accesibles y eficaces, es posible reducir significativamente el número de muertes infantiles evitables y brindar atención adecuada desde una edad temprana.
Es esencial enfatizar que cada niño, sin importar dónde nazca, merece acceso a atención médica de calidad y oportunidades equitativas para su bienestar y supervivencia. Las desigualdades persistentes, los conflictos prolongados, los efectos cada vez más graves del cambio climático y el impacto de la pandemia de COVID-19 son desafíos importantes que amenazan la supervivencia de los niños en muchas partes del mundo. Por lo tanto, es imperativo acelerar el progreso, invertir más en la salud infantil y fortalecer la cooperación internacional para cumplir nuestro compromiso global con la protección y el bienestar de todos los niños..
En esta dinámica, es fundamental favorecer un enfoque integrado en el manejo de las enfermedades infantiles, con énfasis en las principales causas de muerte posneonatal, que son las infecciones respiratorias agudas, la diarrea y la malaria. Al fortalecer las intervenciones de supervivencia infantil a nivel comunitario y brindar atención médica comunitaria, es posible salvar a millones de niños y garantizar un futuro más saludable para las generaciones venideras.
En conclusión, aunque se han logrado avances significativos, aún queda mucho por hacer para garantizar la salud y la supervivencia de todos los niños en todo el mundo. El compromiso de las personas, las comunidades y las naciones es esencial para superar los desafíos y transformar los avances científicos y tecnológicos en acciones concretas que salven vidas. Cada niño merece crecer sano y seguro, y es nuestro deber colectivo garantizar que este objetivo se convierta en una realidad para todos los niños, en cualquier lugar del planeta.