Con el aumento de la violencia que azotó la capital haitiana el 29 de febrero, el país enfrenta una creciente crisis humanitaria. Los enfrentamientos entre pandillas y fuerzas del orden obligaron a miles de familias a huir de sus hogares y terminaron en refugios temporales en Puerto Príncipe.
En estos centros, las familias desplazadas luchan por obtener los alimentos distribuidos por el Programa Mundial de Alimentos. Dependen casi por completo de esta ayuda alimentaria, así como de las instituciones del gobierno haitiano, para alimentarse.
La violencia generalizada ha afectado profundamente la frágil economía del país, dificultando el acceso a los alimentos para los más vulnerables. Según el director del Programa Mundial de Alimentos en Haití, Jean Martin Bauer, más de 4 millones de personas padecen inseguridad alimentaria, de los cuales 1,4 millones corren el riesgo de morir de hambre.
Shanthalia Trasibille, vendedora ambulante que busca refugio desde noviembre pasado tras un ataque de una pandilla, describe las dificultades diarias: «A veces pasamos días sin comer. Nos alimentamos cuando encontramos comida. No tengo nada, sólo mi cuerpo y mi alma. »
A pesar del creciente peligro y las dificultades de distribución, los voluntarios se movilizan desde primera hora de la mañana para preparar cerca de 14.000 comidas destinadas a albergues y escuelas de la capital haitiana.
La escalada de violencia provocó el desplazamiento de otras 15.000 personas durante el primer fin de semana de marzo, elevando el número total de personas desplazadas a 360.000 en Haití. La ONU expresa su preocupación de que el cierre del puerto y del aeropuerto pueda perturbar aún más el suministro.
Aunque la intensidad de la violencia parece haber disminuido en los últimos días, el 80% del territorio de la capital sigue bajo control de las pandillas. El incendio ocurrido el jueves en la Penitenciaría Nacional, previamente atacado por pandillas, aún no ha revelado sus causas ni consecuencias.
Esta situación crítica subraya la urgencia de tomar medidas humanitarias y de seguridad para ayudar a las poblaciones haitianas más vulnerables, atrapadas por una violencia incesante y una creciente inseguridad alimentaria.