En la compleja jungla de leyes y regulaciones que nos rodean, es fácil perderse. Los ciudadanos a menudo se ven obligados a respetar reglas simples para sentirse virtuosos, debido a la falta de conocimiento de todas las regulaciones que los rodean. A veces estas reglas pueden parecer triviales y distraernos de las cuestiones realmente importantes.
En Sudáfrica, el panorama legislativo es denso y se despliegan numerosos recursos policiales para localizar “delitos” sin víctimas. En lugar de centrarse en prevenir peligros reales, como la violencia, estos recursos a veces se utilizan para imponer normas de tráfico menores.
Frente a esta sobrecriminalización, es fundamental priorizar nuestras preocupaciones. Ciertos actos, como el asesinato o la violación, deben estar en el centro de nuestras preocupaciones, mientras que otras infracciones administrativas deben ponerse en perspectiva.
Un ejemplo de ello es la obligación de llevar puesto el cinturón de seguridad. Aunque puede ser un medio para prevenir lesiones en determinados casos, no es la clave de la seguridad vial. Un estudio que duró una década demostró que, si bien los cinturones reducen algunos tipos de lesiones, no previenen los accidentes per se.
En realidad, el comportamiento del conductor es un factor determinante de la seguridad vial, mucho más que los dispositivos de protección de los vehículos. Los investigadores incluso han propuesto la idea de que las leyes que exigen el uso del cinturón de seguridad podrían alentar a los conductores a correr más riesgos al contrarrestar esta sensación de seguridad.
Más allá de estas consideraciones, la pregunta fundamental sigue siendo: ¿es legítimo que nuestras decisiones individuales en términos de seguridad sean monitoreadas y reguladas por el Estado? En un país donde el sistema judicial está sobrecargado, es legítimo cuestionar la relevancia de regulaciones tan intrusivas.
La clave es centrarse en cuestiones reales de seguridad pública y ser juiciosos en nuestras elecciones de indignación. En lugar de perdernos en detalles administrativos, centrémonos en lo que realmente importa: proteger a nuestros conciudadanos de los peligros reales que los amenazan.