Ruanda conmemora a las víctimas del genocidio de 1994 cada año en un período de 100 días llamado Kwibuka. Esta conmemoración, marcada por actos oficiales y debates públicos sobre la identidad étnica, constituye un momento crucial para el país. Sin embargo, aparece una contradicción en la política del Estado ruandés, que aboga por el no reconocimiento étnico pero permite una pausa en esta medida durante el Kwibuka.
Desde 2003, Ruanda ha aplicado una política de no reconocimiento étnico, cuyo objetivo es eliminar las categorías hutu y tutsi en favor de una identidad nacional única. Esta iniciativa tiene como objetivo establecer la homogeneidad nacional en un país asolado por conflictos étnicos. Sin embargo, esta política se relaja durante los 100 días de conmemoración de Kwibuka, poniendo de relieve una dualidad preocupante: la eliminación jurídica de los grupos étnicos debido a su conexión con el conflicto, frente a tres meses de memorias saturadas a través de discursos públicos, programas conmemorativos, entierros y memoriales. señales.
En 2014, con motivo del vigésimo aniversario del genocidio, pasó a llamarse oficialmente «Genocidio de 1994 contra los tutsis», destacando a los tutsis como los únicos objetivos de la violencia genocida. A pesar del reconocimiento histórico de los hutus moderados como víctimas, esta transición a nombrar de manera exclusiva pone de relieve un cambio significativo en la forma en que se narra el evento.
Un estudio realizado hace cinco años reveló cuatro anomalías que surgen específicamente durante el período de conmemoración de Kwibuka: una mayor percepción de violencia hacia los supervivientes, un aumento de las acusaciones y condenas por ideología genocida y negacionismo, una participación masiva de los jóvenes en la retórica identitaria y un aumento de la confesiones de prisioneros. Estas anomalías ponen de relieve cómo Kwibuka exacerba las tensiones sociales y perpetúa las divisiones dentro de la sociedad ruandesa.
El análisis de la retórica estatal y los eventos conmemorativos llevado a cabo como parte de este estudio destaca el papel crucial del Partido Patriótico Ruandés en la consolidación de la paz y la seguridad. La programación conmemorativa destaca este mensaje, enfatizando que sólo el partido gobernante y los líderes actuales están impidiendo un retorno a la violencia genocida.
Sin embargo, la política de no reconocimiento étnico choca con las leyes de Ruanda contra la «ideología del genocidio» y el «sectarismo», generando controversias sobre su impacto en la oposición política legítima y la libertad de expresión. El temor a represalias en caso de interrogatorios sobre la conmemoración del genocidio y la etnicidad es indicativo de las restricciones impuestas por estas leyes..
Así, Kwibuka, celebración esencial para la memoria nacional, revela tensiones internas y paradojas en la construcción de la identidad ruandesa posgenocidio. El futuro de esta conmemoración y de la construcción de la paz en Ruanda está estrechamente vinculado a la forma en que la sociedad y las instituciones políticas gestionen estas ambigüedades y contestaciones.