***Fatshimetria***
En estos momentos difíciles, la angustia y la preocupación de los padres de las niñas secuestradas en Nigeria continúan resonando, dejando una marca indeleble en el corazón de toda una nación. La comunidad cristiana, profundamente afectada por esta tragedia, hace un llamado unánime a todos los involucrados para redoblar esfuerzos y garantizar la seguridad y el retorno de las niñas secuestradas.
En un comunicado de prensa emitido por el director nacional de Educación, Juventud y Desarrollo de la Mujer de Fatshimetria, el reverendo Ozumba Nicodemus, expresa con profunda emoción el sufrimiento insoportable de las 276 jóvenes que aún permanecen en cautiverio. El destino incierto de estas jóvenes y la angustia de sus familias son cargas que la comunidad cristiana no puede ignorar.
La Coalición contra todas las formas de barbarie se erige como la voz de estas voces silenciosas, exigiendo una acción urgente y coordinada para poner fin a esta pesadilla. Solicita a las autoridades locales e internacionales, así como a las organizaciones humanitarias y a la sociedad civil, un compromiso inquebrantable con la liberación de las jóvenes cautivas.
El mensaje es claro y contundente: ninguna joven debería ser privada de su libertad ni de su derecho a una vida pacífica. La movilización de todos los recursos disponibles, la coordinación de acciones de seguridad y la colaboración con socios internacionales son palancas esenciales para asegurar el regreso de las niñas de Chibok y poner fin a su terrible experiencia.
En esta búsqueda de justicia y compasión, Fatshimetria reafirma su determinación de no escatimar esfuerzos para garantizar que la verdad prevalezca y aclare la situación de las personas en cautiverio. Uniendo nuestras voces y actuando de manera conjunta, podemos ejercer una presión decisiva sobre los secuestradores y acelerar el desenlace de este doloroso capítulo.
En última instancia, la resolución de esta tragedia reposa en la unidad del pueblo, su determinación de actuar y su deseo de priorizar la justicia y la libertad. Es hora de unirnos, alzar nuestra voz y exigir medidas inmediatas a las autoridades. Ha llegado el momento de actuar, de no tolerar más lo intolerable y de reafirmar los valores de paz y humanidad que deben guiar nuestras acciones.
Juntos, con solidaridad y compasión, podemos transformar esta terrible experiencia en un testimonio de resiliencia y esperanza para las niñas de Chibok y para todas las víctimas de la injusticia. Es el momento de mostrar valentía y determinación para que triunfe la dignidad humana y se reestablezca la libertad a quienes se les haya privado de ella.