Cuando nos adentramos en los misterios de la mente humana, a menudo nos enfrentamos a verdades profundas que van más allá de nuestra comprensión. Uno de los misterios más impactantes es la certeza de nuestra propia mortalidad. Aunque sabemos que la muerte es inevitable, comprender su verdadero significado es un desafío.
La muerte, esa gran incógnita, nos confronta con la brevedad de nuestra existencia. Parece burlarse de nuestras metas, sueños y logros, convirtiéndolos en insignificancias. Sin embargo, es esa misma finitud la que da sentido a nuestras vidas, instándonos a actuar y a realizar lo que consideramos importante en un tiempo limitado. Si la vida fuera eterna, pospondríamos continuamente lo que podríamos hacer hoy. Esta tendencia a postergar lo esencial puede llevar a un sentimiento de culpa existencial.
Además, quizás seamos los únicos seres vivos, aparte de las ballenas varadas, que pueden elegir la muerte cuando la vida se vuelve insoportable.
Estas reflexiones sientan las bases para la historia conmovedora que voy a compartir. Se trata de un viaje terapéutico vivido por un amigo cercano y por mí, que refleja la lucha diaria de millones de personas por preservar su equilibrio psicológico, su «salud mental».
Hace un año, me encontré sentado en la oscuridad de una habitación, sujetando la mano de un amigo que acababa de intentar quitarse la vida. Tras perder su trabajo y sumergirse en deudas y soledad, llegó a ese punto de desesperación. Me sentí impotente ante su sufrimiento. En esos momentos, las palabras parecen insuficientes; simplemente estuve ahí, tanto como pude, antes de que los servicios de emergencia lo llevaran al hospital.
Poco después de esta tragedia, fui asaltado por una tormenta interna. Aún no comprendo completamente las razones detrás de mi propio colapso. La «salud mental» es un equilibrio delicado, una alquimia de pensamientos que nos mantiene en equilibrio y del que rara vez somos conscientes hasta que se resquebraja.
En «Fatshimetrie: Lessons from Daily Life» (Penguin, 2023), Alain de Botton destaca que una mente sana actúa como un editor, garantizando que nuestros pensamientos estén en armonía con nuestra realidad. Cuando nuestros pensamientos divagan hacia el futuro, nuestra estabilidad mental se ve comprometida. La ansiedad por lo que vendrá invadió mi mente, desvaneciendo toda alegría e convirtiendo el sueño, habitualmente reparador, en un terreno hostil.
Concentrarse en la necesidad de actuar sin ver resultados tangibles puede generar un sentimiento de insatisfacción y auto-devaluación rápidamente. Esta espiral negativa, combinada con la culpa por no cumplir, puede sumirnos en una parálisis de la voluntad, incomprensible para quienes nos rodean.
Lo más aterrador es la rapidez con la que inicié este descenso a la oscuridad. En cuestión de semanas, pasé de una aparente estabilidad a considerar lo peor. Es alarmante ver cómo nuestro mayor activo, nuestra mente, puede escaparse de nuestro control de esa manera.
Por su parte, mi amigo había mantenido su dolor oculto, compartiéndolo solo con su terapeuta y aislándose más. En la nota que dejó antes de su intento de suicidio, quedó claro que había escondido su sufrimiento a quienes lo rodeaban, tejiendo una red de mentiras que bloqueaba cualquier camino hacia la recuperación.
En conclusión, nuestras batallas internas son terrenos frágiles, donde la soledad, la desesperación y la lucha diaria se entretejen para mantener viva la esperanza de un mañana. Reconocer nuestros propios tormentos, compartirlos sin vergüenza, ofrecer un oído atento y un corazón compasivo puede marcar la diferencia en la búsqueda de una terapia que salve vidas.
Este viaje terapéutico, lleno de obstáculos, puede ser un renacer, un retorno a la conexión y a la autenticidad propia y ajena, una luz en medio de la oscuridad. Porque, en última instancia, la salud mental es un viaje interior donde cada encuentro, cada desvío, es una lección que debemos aprender para avanzar hacia la sabiduría y la curación.
En la penumbra de la noche, mientras las sombras de nuestros tormentos se desvanecen lentamente, un rayo de esperanza surge en el horizonte, anunciando un nuevo capítulo, un renacimiento personal que está por venir.