En el ámbito de la salud mental, la bipolaridad se presenta en dos formas principales: bipolar I y bipolar II. Aunque comparten similitudes, existen diferencias clave en la gravedad y duración de los episodios del estado de ánimo, lo cual es fundamental para quienes experimentan estos síntomas y sus seres queridos.
En el trastorno bipolar, los episodios de humor se manifiestan como ciclos de fluctuaciones extremas, ya sea maníacos (elevación anormal del estado de ánimo y energía) o depresivos (tristeza prolongada y falta de energía).
En el tipo bipolar I, al menos un episodio maníaco es seguido frecuentemente por episodios depresivos. Estos episodios intensos pueden requerir hospitalización y afectar significativamente la vida diaria, con duraciones mínimas de una semana para los episodios maníacos y dos semanas para los depresivos.
Por otro lado, el bipolar II se caracteriza por episodios hipomaníacos (versión más leve de los episodios maníacos) y episodios depresivos, sin llegar a experimentar un episodio maníaco completo. Los episodios hipomaníacos son menos intensos y más cortos, pero aún pueden afectar la vida cotidiana.
Es importante destacar que el trastorno bipolar es diverso en su presentación, con variaciones en la gravedad y frecuencia de los episodios de ánimo. El tratamiento adecuado, que puede incluir medicamentos, terapias y cambios en el estilo de vida, junto con un sólido sistema de apoyo, son clave para gestionar la condición y mejorar la calidad de vida. Por lo tanto, buscar ayuda profesional para un diagnóstico temprano y un plan de tratamiento adecuado es fundamental.