En las últimas semanas, Tanzania ha sido golpeada por fuertes lluvias que han desencadenado inundaciones devastadoras, cobrándose la vida de al menos 155 personas y afectando a más de 200,000, según informó el primer ministro Kassim Majaliwa. Estas cifras alarmantes han aumentado considerablemente en comparación con las reportadas hace apenas dos semanas, evidenciando la gravedad de la situación a medida que las precipitaciones se intensifican, principalmente en la región costera y en la capital, Dar es Salaam.
Majaliwa atribuyó en parte la magnitud de la tragedia al fenómeno climático de El Niño, que ha exacerbado las lluvias torrenciales, provocando inundaciones y graves daños a la infraestructura de carreteras, puentes y vías férreas. Las escuelas han debido cerrar debido a las inundaciones, y los servicios de emergencia han trabajado incansablemente rescatando a personas atrapadas por las aguas.
Ante esta crisis humanitaria y medioambiental, el primer ministro ha exhortado a los residentes de zonas bajas a trasladarse a áreas más elevadas, al tiempo que ha instado a las autoridades locales a garantizar la distribución eficaz de la ayuda a las víctimas. Más de 51,000 viviendas han resultado afectadas por las intensas lluvias.
La tragedia no se limita a Tanzania, ya que se han reportado inundaciones en países vecinos como Burundi y Kenia, profundizando así la crisis regional. En Kenia, por ejemplo, se han registrado al menos 35 muertes a causa de las inundaciones, una cifra que lamentablemente sigue en aumento.
En la capital de Kenia, Nairobi, específicamente en el barrio marginal de Mathare, se han hallado varios cadáveres en viviendas inundadas, mientras que el río Mathare ha sido testigo de escenas devastadoras.
Para hacer frente a esta crisis, el presidente de Kenia, William Ruto, ha liderado reuniones de respuesta a las inundaciones y ha ordenado la provisión de tierras a los damnificados por las mismas.
Ante la magnitud de esta catástrofe natural, es crucial una respuesta unida y rápida para asistir a las víctimas y reconstruir las comunidades afectadas. Los gobiernos regionales y la comunidad internacional deben unirse, coordinarse y actuar con diligencia para mitigar el sufrimiento ocasionado por estas mortales inundaciones.