En este día, 8 de abril de 2024, el ambiente en el distrito de Sayo, situado al sur de la ciudad de Beni, en la provincia de Kivu del Norte, está particularmente marcado por un pesado silencio. De hecho, alrededor de mil trescientos alumnos de las cinco escuelas del barrio se vieron privados del inicio del curso escolar, debido al deterioro de la situación de seguridad que reina en esta zona.
Esta decisión, tomada por las autoridades escolares, se produce tras varios ataques perpetrados por las ADF (Fuerzas Democráticas Aliadas) en la región, que provocaron la muerte de una quincena de civiles y sembraron el terror entre la población. Los estudiantes, que ya no han podido presentarse a los exámenes del segundo semestre, se ven nuevamente privados de su derecho fundamental a la educación.
El jefe de la división de Educación Primaria, Secundaria y Técnica (EPST) de la ciudad de Beni, Matsoro Lenge, tomó la decisión de suspender las actividades escolares tras estos trágicos acontecimientos. Una auténtica onda expansiva que obligó a las escuelas del distrito de Sayo a cerrar sus puertas, dejando a muchos niños esperando a que se reanudaran las clases.
Ante esta alarmante situación, el portavoz de operaciones de Sokola 1, capitán Anthony Mualushay, afirma que los escolares del distrito de Sayo técnicamente podrían retomar las actividades escolares. Las fuerzas armadas congoleñas (FARDC) han identificado las lagunas que permitieron a las milicias llevar a cabo sus ataques y han reforzado sus patrullas para conjurar esta amenaza.
A pesar de estas medidas de seguridad, los estudiantes del distrito de Sayo siguen atrasados en el programa escolar para el año en curso. Una situación preocupante que pone de relieve el impacto devastador de los conflictos armados en la educación de los niños, privados de su derecho a un futuro mejor y estable.
Por lo tanto, es imperativo que se implementen soluciones sostenibles para garantizar la seguridad de los estudiantes y permitir la reanudación de las actividades escolares en condiciones pacíficas. Porque la educación es un pilar esencial del desarrollo de una sociedad y en ningún caso debe ser sacrificada en aras de los conflictos armados y la inseguridad.