La destrucción de la infraestructura costera en el litoral de Lagos tras el proyecto de infraestructura de la futura “superautopista” Lagos-Calabar ha desencadenado un proceso de compensación en la megalópolis nigeriana. Este colosal proyecto de construcción de más de 700 km ha suscitado una intensa controversia sobre su impacto en el medio ambiente y la economía local.
La icónica Landmark Beach anunció recientemente que comenzará a reembolsar las membresías de sus clientes, luego de la demolición de sus instalaciones. Las excavadoras limpiaron tres kilómetros de terreno para permitir la construcción del primer tramo de la carretera a lo largo del océano. Sin embargo, la decisión causó revuelo en Lagos, la capital económica del país, porque la playa representa más de 4.000 puestos de trabajo y requirió una inversión de 200 millones de dólares.
El ministro de Fomento anunció durante una rueda de prensa que el Gobierno prevé pagar cerca de 2 millones de euros en concepto de compensación por esta primera fase del proyecto. A pesar de ello, abundan las críticas, en particular por parte del líder de la oposición, Peter Obi, que cree que las prioridades deberían reevaluarse teniendo en cuenta la situación económica y de seguridad del país.
Más allá de la cuestión de la compensación, el debate en torno a este proyecto pone de relieve cuestiones cruciales para Nigeria. La construcción de la carretera Lagos-Calabar es esencial para facilitar el comercio y estimular el desarrollo económico, pero también plantea preocupaciones sobre la preservación del medio ambiente y los empleos locales.
Es imperativo que las autoridades y los promotores de proyectos tengan en cuenta estas diferentes dimensiones y establezcan medidas para mitigar los impactos negativos y maximizar los beneficios para la población. El equilibrio entre desarrollo y preservación debe estar en el centro de todas las decisiones de infraestructura que se tomen para garantizar un futuro sostenible para Nigeria.