En este día 18 de marzo en Bunia, Ituri, una agitación inusual sacudió el distrito de Nyakasanza. Los residentes presenciaron una turbulenta protesta que paralizó las actividades socioeconómicas. De hecho, los fieles católicos, así como los jóvenes enojados, expresaron su indignación tras el robo en la oficina parroquial de la iglesia católica perpetrado por bandidos armados la noche anterior.
La historia de este trágico suceso es alarmante. Unos individuos armados, tras romper una ventana, entraron en el despacho del párroco de Nyakasanza para saquear todo lo que encontraban a su paso. Supuestamente el robo de una gran suma de dinero dejó a los fieles en estado de shock y algunos incluso hablaron de un intento de asesinato contra el sacerdote.
La reacción de los vecinos no se hizo esperar. Se quemaron neumáticos a la entrada de la iglesia y muchas tiendas y comercios cerraron como medida de seguridad. Las tensiones aumentaron rápidamente y requirieron la intervención de la policía, que utilizó disparos de advertencia para dispersar a la multitud. Desafortunadamente, un mototaxista resultó herido de bala en el enfrentamiento.
Ante esta situación de crisis, el jefe de la parroquia de Nyakasanza pidió moderación, invitando a los fieles a mantener la calma a la espera de las conclusiones de la investigación oficial abierta por las autoridades competentes. Se ha creado un ambiente de desconfianza que deja una sensación de inseguridad entre la población.
Este incidente pone de relieve los desafíos que enfrenta la comunidad de Bunia y exige una respuesta colectiva para preservar la seguridad y la paz social. Acontecimientos trágicos como este ponen de relieve la necesidad de aumentar las medidas de seguridad y la vigilancia por parte de todos para garantizar el bienestar de todos.