En el corazón de la comunidad de Fatika, Nigeria, recientemente se ha puesto en conocimiento de las autoridades pertinentes una situación delicada y alarmante. Una petición de la familia local, analizada por la agencia de noticias NAN, plantea serias dudas sobre la presencia de soldados supuestamente desplegados de manera controvertida en la zona.
La familia en cuestión hizo una serie de demandas urgentes, instando a las autoridades militares a retirar a los soldados de Fatika, devolver los animales confiscados y detener la venta de tierras agrícolas pertenecientes a la comunidad. También se formularon acusaciones contra los soldados, acusándolos de matar arbitrariamente a 12 miembros de su familia sin provocación alguna.
Se han hecho públicos los nombres de los fallecidos, poniendo rostro a estas tragedias: Nura Abdussalam, Adamu Abdulkarim, Yusuf Haruna, Buhari Haruna, Kabiru Haruna, Hussaini Haruna, Zinatu Bello, Haruna Idris, Waziri, Rayyanu Shuaibu, Alhaji Abdulkarim y Salisu Abdulkarim. Una lista conmovedora que ilustra la gravedad de los acontecimientos que sacudieron a esta comunidad.
En la petición dirigida al Consejero de Seguridad Nacional, de fecha 12 de abril de 2024, el representante legal de la familia, Bello Ibrahim, pidió una investigación exhaustiva sobre las acciones de los militares incriminados. Las demandas de la familia incluyen la devolución de los animales, el pago de indemnizaciones económicas y garantías de protección contra cualquier forma de acoso o violación de derechos humanos.
La historia de los trágicos incidentes se remonta al 3 de diciembre de 2022, cuando individuos sospechosos de pertenecer a las fuerzas armadas irrumpieron en la aldea y quitaron la vida a 10 familiares, sin motivo válido. La ofensiva fue supuestamente orquestada por un tal sargento Usman, apodado localmente Bagobiri debido a sus marcas tribales, destinado en Fatika después de haber sido asignado a la base de Basawa en Zaria.
Los espeluznantes detalles continúan con la confiscación de rebaños pertenecientes a la familia, incluidas 168 vacas en enero y 518 cabezas de ganado en marzo, bajo la supuesta supervisión del sargento Usman. Los actos de venta y transporte ilegal de los animales fueron descritos detalladamente en la petición, destacando la magnitud del daño sufrido por la familia.
A pesar de la presión y la intimidación ejercidas por los soldados, la familia mostró su determinación de no ser empujada hacia la criminalidad. Por el contrario, pretende utilizar todos los recursos legales para recuperar su propiedad y proteger su tierra, vital para su existencia y sus medios de subsistencia.
Ante esta situación tan preocupante, es imperativa una solución rápida y equitativa. Se pide a las autoridades competentes que actúen con rapidez, devolviendo los animales confiscados y garantizando el respeto de los derechos fundamentales de la comunidad fatika.. El camino hacia la justicia y la reparación por el daño sufrido por la familia es esencial para restaurar la paz y la estabilidad en esta conflictiva región.