*Fatshimetria*
En este día, 11 de mayo de 2024, la provincia de Haut-Katanga es escenario de una conmovedora manifestación que pone de relieve la angustia de los inspectores y controladores del trabajo que exigen el pago de sus salarios impagos. Desde hace casi siete meses, estos trabajadores no reciben lo que les corresponde, sumiendo no sólo a ellos mismos, sino también a sus familias, en una precariedad insoportable.
Por las calles de Lubumbashi se escuchan voces, llevadas por el coraje de estos hombres y mujeres que se atreven a exigir lo que les corresponde por derecho. Su portavoz, Carine Umba, se hizo eco de su consternación presentando un memorando a la oficina del gobernador, exigiendo no sólo el pago de los salarios base y las bonificaciones, sino también el pago de los costes de instalación que les corresponden.
En un sistema ya debilitado por años de negligencia y corrupción, esta situación resalta la urgencia de cuidar a quienes garantizan que se respeten los derechos de los trabajadores. Los inspectores y controladores del trabajo son los guardianes de nuestras condiciones de trabajo, garantizando que todos puedan desempeñar sus funciones en condiciones dignas y justas. Su propia precariedad pone de relieve la ironía de una situación en la que quienes garantizan el cumplimiento de las leyes laborales son ellos mismos víctimas de su incumplimiento.
Esta protesta no es sólo un llamado a la acción, es un grito de angustia ante una realidad injusta e inaceptable. Ya es hora de que las autoridades provinciales y nacionales se den cuenta de la importancia crucial del trabajo de estos inspectores y controladores y cumplan su compromiso con ellos. El respeto y el reconocimiento de su contribución a la sociedad deben traducirse en acciones concretas, empezando por el pago inmediato de los salarios y bonificaciones que les corresponden.
Al mismo tiempo, en Kinshasa se suceden escenas similares que ponen de relieve la falta de consideración hacia estos profesionales del trabajo. Es inconcebible que en 2024, los trabajadores dedicados y esenciales para la aplicación de las leyes laborales queden en una situación de extrema precariedad.
Es hora de que las autoridades asuman sus responsabilidades, reparen esta injusticia y restablezcan la dignidad de estos inspectores y controladores del trabajo. El respeto a la ley comienza con el respeto a quienes velan por su aplicación. Su lucha es nuestra lucha, porque es la de la justicia y la dignidad para todos.