**Hombres, mujeres y niños, víctimas inocentes de los estragos de la guerra en la República Democrática del Congo**
La tragedia de los atentados en Mugunga, cerca de Goma, en la provincia de Kivu del Norte, dejó una huella imborrable en el corazón de muchas familias y de toda una nación. Hoy nos inclinamos con respeto y compasión ante las 35 almas perdidas durante este ataque despiadado.
La ceremonia de entierro celebrada en Kibati estuvo marcada por la tristeza y la dignidad. En un conmovedor momento de comunión, los seres queridos de las víctimas rindieron un último homenaje a sus difuntos, cargando con el peso de un dolor inconmensurable.
Con los ojos llenos de lágrimas, la voz quebrada por la emoción, los familiares de los fallecidos expresaron su consternación ante esta violencia ciega que los golpea duramente. Estas víctimas, estos rostros que sólo pedían vivir en paz, fueron arrancados de sus seres queridos en un desencadenamiento de violencia sin sentido.
La urgente petición de intervención del Jefe de Estado para poner fin a estos actos de barbarie perpetrados por Ruanda resuena como un grito de desesperación y de indignación. El Ministro de Asuntos Sociales y Solidaridad Nacional, Modeste Mutinga, prometió que los crímenes cometidos en la República Democrática del Congo no quedarán impunes, ofreciendo una apariencia de consuelo a las familias en duelo.
En este día desastroso, la colocación de coronas de flores frente a los ataúdes marcó un momento solemne y conmovedor. Los cuerpos de las víctimas, símbolos de una crueldad inimaginable, fueron llevados a su lugar de descanso final, el monumento a Genocost, como testimonio de memoria y dignidad.
Mientras el horizonte parece oscurecido por los tormentos de la guerra y la violencia, es nuestro deber como sociedad unirnos para condenar y combatir todas las formas de atrocidad. Al honrar la memoria de los desaparecidos, afirmamos nuestro compromiso con la paz, la justicia y la solidaridad.
Que las voces de las 35 víctimas de los atentados de Mugunga resuenen como un llamado a la conciencia colectiva, recordándonos que la pérdida de vidas inocentes nunca debe trivializarse. Juntos, levantémonos por un mundo donde la dignidad humana y la paz prevalezcan sobre la oscuridad del odio y la destrucción.