El 14 de mayo de 2000, un brutal crimen sacudió el pueblo de Katogota, situado en la llanura de Ruzizi, al este de la República Democrática del Congo. Los cuerpos de cientos de civiles masacrados por los rebeldes del Rassemblement congolais pour la democratie (RCD) fueron descubiertos en las oscuras aguas del río Ruzizi, marcando para siempre la memoria de la comunidad local. Han pasado veinticuatro años desde esta tragedia, pero la espera de justicia persiste, las cicatrices siguen abiertas y el duelo sigue siendo insoportable para las familias de las víctimas.
En una reciente procesión conmemorativa, los residentes de Katogota marcharon hacia el río Ruzizi para honrar la memoria de los caídos. Esta masacre, perpetrada por el RCD, anteriormente aliado de Ruanda y ahora partido político registrado en la República Democrática del Congo, ha marcado profundamente a la comunidad y deja un sabor amargo de injusticia en los corazones magullados de los seres queridos de los fallecidos.
En este duelo persistente, los residentes encuentran una apariencia de esperanza, un rayo de demanda de justicia. Kamale Paul, Ministro de la Eucaristía, expresó esta esperanza colectiva durante la ceremonia: “Esperamos que los corazones de nuestros seres queridos fallecidos resuciten en el último día a través de Cristo, viviendo junto a los que han perecido en la fe. todas las gracias que has dado a tus fieles aquí en la tierra».
A pesar del paso del tiempo, las heridas siguen abiertas y la necesidad de justicia es más apremiante que nunca. Bajo el tema «El fruto de la justicia será la paz», los familiares de las víctimas, agrupados en la Asociación de Víctimas de la Masacre de Katogota, se movilizaron para afirmar que su búsqueda de justicia persiste.
Sin embargo, un silencio ensordecedor se cierne sobre esta petición. Bagalwa Mwara Blaise, representante de las víctimas, subrayó la lucha continua: «La sangre de las víctimas sigue gritando y pidiendo justicia cada día, porque hemos constatado realmente un silencio mortal por parte del gobierno congoleño y de sus socios. Este monumento erigido por el pueblo es en memoria de las víctimas y para recordar al gobierno que el silencio es ensordecedor y que es hora de pasar de las palabras a los hechos».
Éric Muhomo, jefe del pueblo de Katogota, abogó por una respuesta judicial más eficaz: «Es realmente un delito muy grave y creo que el sistema judicial congoleño no es competente para tramitar este caso. Debemos establecer una justicia de transición mecanismo a nivel nacional. Esto es lo que siempre hemos pedido, siendo la reparación uno de sus pilares. Creemos que tal vez se pueda castigar a los perpetradores.
Como señal de recuerdo, se arrojaron flores al río Ruzizi y se colocaron frente a un monumento en la calle principal de Katogota, simbolizando el homenaje de la comunidad a las víctimas de la masacre.. También se celebró una misa en la Capilla Católica del Buen Pastor en Katogota para recordar a quienes fueron asesinados injustamente.
A pesar de los esfuerzos en curso, la implementación de mecanismos de justicia de transición sigue siendo lenta, lo que deja a las familias de las víctimas en un estado prolongado de incertidumbre y dolor. La comunidad continúa exigiendo justicia, esperando que algún día los ecos de sus quejas sean escuchados y seguidos de acciones concretas.