Los actos atroces cometidos recientemente en la región de Grand Bandundu suscitan una profunda indignación. El ataque perpetrado por la milicia Mobondo contra dos barcos balleneros en el río Kwango, en la aldea de Ibandataku, dejó trágicas consecuencias. Las atrocidades sufridas por cinco mujeres que fueron brutalmente violadas durante este ataque deben ser condenadas en los términos más enérgicos posibles.
La historia de la noche de terror que vivieron estas mujeres, atadas y tomadas a la fuerza por la milicia, revela la brutalidad y la crueldad de estos atacantes. Su trauma es inmensurable y es imperativo ofrecerles apoyo y asistencia durante esta terrible experiencia.
Las autoridades de todos los niveles deben actuar urgentemente para fortalecer la seguridad en la región, garantizar la protección de las poblaciones y poner fin a esta violencia inaceptable. El respeto de los derechos humanos de las mujeres debe ser una máxima prioridad y los responsables de estos actos abominables deben ser llevados ante la justicia.
Lamentablemente, este ataque se produce a pesar de los esfuerzos realizados para restablecer la paz en la región, marcada por la reciente firma de un acto de compromiso entre las autoridades tradicionales teke y yaka. Es esencial que se respete este compromiso y que se implementen las medidas previstas para garantizar la seguridad y la estabilidad en la región.
Debemos movilizarnos colectivamente contra todas las formas de violencia, abuso e impunidad. La solidaridad, la vigilancia y la acción son esenciales para prevenir tales actos y promover un entorno de seguridad y justicia para todos. Es hora de poner fin al horror y el sufrimiento infligidos a las mujeres de Grand Bandundu y trabajar juntos por un futuro mejor y más seguro para todos.