La situación en el territorio de Beni, en Kivu del Norte, es sumamente preocupante. Durante años, los proveedores de atención médica se han enfrentado a una violencia sin precedentes causada por los incesantes ataques de los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF). Estos profesionales de la salud, que trabajan todos los días para tratar y salvar vidas, se encuentran en peligro, siendo el objetivo de un conflicto que continúa intensificándose.
La huelga observada por los médicos y enfermeras del Beni es el grito de ira de una profesión incruenta, agotada por la violencia que los golpea duramente. Las cifras son alarmantes: 12 trabajadores sanitarios asesinados y 21 estructuras sanitarias cerradas debido a la violencia sufrida. Una visita al centro de salud de Mangodomu demuestra la magnitud de los daños: equipos quemados, instalaciones abandonadas, una población aterrorizada y atención comprometida.
La conmovedora historia de Antoinette Kavira, una fiel paciente de la estructura, resuena como el grito del corazón de una población herida por los abusos de los rebeldes. Su legítima petición de apoyo a las autoridades para reconstruir las casas quemadas y reforzar el suministro médico es un grito desesperado de ayuda. Los profesionales sanitarios, en huelga desde el mortal atentado de Mantumbi, exigen más seguridad para poder ejercer su profesión en condiciones seguras.
El enfermero Didier Ndungo Vihumbira, del centro de salud de Mangodomu, explica las dificultades que enfrentan los trabajadores de la salud a diario. La movilidad restringida, la falta de medicamentos y el miedo constante a los ataques comprometen su misión vital de cuidar a la población. El sindicato de profesionales sanitarios, representado por el Dr. Godefroid Mbeho, pide a las autoridades una mejor protección de los trabajadores sanitarios, cansados de pagar un alto precio en este sangriento conflicto.
Ante esta situación insostenible, el alcalde de la comuna de Mangina asegura que se han reforzado las medidas de seguridad para proteger las estructuras sanitarias. Sin embargo, una paz duradera sigue dependiendo de operaciones militares conjuntas llevadas a cabo por los ejércitos congoleño y ugandés. A pesar de los esfuerzos realizados, la región lucha por recuperar la serenidad perdida durante demasiado tiempo.
En conclusión, la huelga de los proveedores de salud en Beni es el símbolo de una profesión que sufre, al frente de un conflicto mortal que no perdona a nadie. Es urgente que las autoridades locales e internacionales actúen para poner fin a esta espiral de violencia que dificulta el acceso a la atención y amenaza la vida de miles de personas. La salud no puede ser una cuestión de guerra; debe seguir siendo un derecho inalienable para todos.