En un reciente caso judicial que sacudió a la opinión pública, un grupo de delincuentes fueron condenados a penas de prisión de hasta 50 años. Entre los acusados se encontraban personas de perfiles variados: curanderos, un agricultor, un empresario y un ex presidiario. Este caso, ocurrido en 2018, puso de relieve hechos delictivos de excepcional gravedad.
Los principales protagonistas de esta historia fueron Pascal Korku Atatsitsey, apodado ‘Mezaya’, y Dodzi Awali, ambos fetichistas; Dickson Kumedzro, alias «Jaggar», agricultor; y Rubén Kportufe, alias ‘Offei’, un autoproclamado empresario. Cada uno de ellos recibió una sentencia de 25 años de prisión.
Además, Mohammed Buzu, alias ‘Meme’, ex detenido, recibió la pena más severa, 50 años de prisión.
Los imputados fueron procesados por conspiración y hurto, aunque negaron los hechos que se remontan a 2018. Durante el juicio pidieron clemencia ante la jueza Hathia Ama Manu. Sin embargo, el fiscal, el subcomisario de policía Isaac Babayi, abogó por una convicción fuerte que sirva como ejemplo disuasivo para la sociedad.
El objetivo del ataque fue el denunciante, el Sr. Prince Dennis, director de la sucursal Wassa Akropong de AU Resources Ghana Limited, especializada en la compra de oro. Los acusados residían en diferentes localidades de las regiones del Gran Accra y Volta.
El asunto comenzó cuando Adjei se acercó a Tetteh para contarle sobre las reservas de oro refinado de la empresa para la que trabajaba y le expresó su deseo de robarlas para obtener su parte. Una serie de reuniones y reclutamientos llevaron a la organización de una operación de robo que inicialmente fracasó por falta de armas.
Sin embargo, después de algunos preparativos, un segundo asalto resultó en el robo de 7,5 kilogramos de oro refinado, así como dinero en efectivo y teléfonos móviles. Los culpables fueron identificados mediante cámaras de vigilancia y detenidos en un hotel de Kasoa, donde tras una búsqueda se encontraron armas y objetos sospechosos.
Además de las sentencias dictadas, uno de los cómplices, Peter Adoku, aún prófugo, deberá responder de sus actos. La investigación también condujo a la detención de todos los miembros del grupo, poniendo fin a sus actividades delictivas.
Este caso de alto perfil destaca la necesidad de que la justicia mantenga la ley y el orden y envía un mensaje contundente a los posibles delincuentes: las malas acciones no quedarán impunes, independientemente del pasado de los perpetradores.