En el marco de la reflexión sobre la organización de nuestras instituciones políticas y en un contexto donde la cuestión de la racionalización de los costos de la gobernanza es más relevante que nunca, se ve nuevamente sobre la mesa la idea de pasar del bicameralismo al unicameralismo. Esta propuesta suscita acalorados debates y argumentos divergentes sobre su aplicabilidad al sistema presidencial vigente en Nigeria.
Uno de los defensores de esta transición es Salami, ex subsecretario de publicidad del partido en Lagos. Según él, fusionar el Senado y la Cámara de Representantes en una sola cámara agilizaría el proceso legislativo y reduciría los costos asociados con el mantenimiento de dos cámaras separadas. Subraya que los considerables fondos asignados al funcionamiento del Senado y de la Cámara de Representantes podrían utilizarse mejor en otros ámbitos, en particular para apoyar la economía del país.
El principal argumento esgrimido a favor del unicameralismo es la reducción de los gastos vinculados a los salarios, dietas y otros beneficios de los parlamentarios. Al consolidar todas las funciones legislativas en una sola cámara, los costos operativos se reducirían significativamente, lo que brindaría la oportunidad de lograr importantes ahorros presupuestarios. Además, la unicameralidad simplificaría el proceso legislativo, eliminando posibles conflictos o bloqueos entre dos cámaras separadas.
Curiosamente, muchos países de todo el mundo están adoptando con éxito el sistema unicameral. China, Suecia, Noruega, Dinamarca y Portugal son algunos ejemplos de países que operan con una única cámara legislativa. Estos países demuestran que el unicameralismo es una opción viable, incluso para los sistemas de gobierno presidenciales.
En cuanto a la selección de ministros, Salami propone que se elijan entre los parlamentarios, lo que también ahorraría dinero al evitar contratar ministros ajenos al parlamento. Esta elección podría permitir aprovechar los conocimientos y la experiencia de los parlamentarios del ejecutivo, fortaleciendo así la cohesión y la eficacia del gobierno.
En conclusión, la transición al unicameralismo tiene beneficios potenciales en términos de reducción de costos, simplificación del proceso legislativo y optimización de los recursos humanos. Si esta propuesta suscita debate y resistencia, es necesario seguir reflexionando sobre la mejor manera de adaptar nuestras instituciones políticas a las necesidades y realidades actuales de Nigeria.