Fatshimetrie, al explorar las fascinantes raíces de los alimentos que comemos hoy, revela que a veces los mayores descubrimientos gastronómicos surgen de simples errores. Así que aquí te presentamos cinco alimentos populares que fueron inventados por pura casualidad, y cuyas sorprendentes historias despiertan nuestra curiosidad.
Encabezando esta fortuita lista culinaria, encontramos los famosos helados de agua, los popsicles. De hecho, en 1905, un niño de 11 años llamado Frank Epperson dejó accidentalmente un vaso de refresco con una cuchara de madera en el porche de su casa durante una fría noche en San Francisco. Por la mañana, el refresco se había convertido en hielo, dando origen a la primera paleta. Frank llamó a su invento «Epsicle» antes de cambiarle el nombre a «Popsicle».
Hablando de snacks, las populares patatas fritas de hoy en día deben su existencia a una anécdota resentida en la cocina. En 1853, un chef llamado George Crum, que trabajaba en Moon’s Lake House en Saratoga Springs, Nueva York, se molestó porque un cliente seguía devolviéndole sus patatas fritas, alegando que no estaban lo suficientemente crujientes. Para darle una lección, Crum cortó las patatas en rodajas lo más finas posible, las frió hasta que estuvieran crujientes y les añadió sal. Sorprendentemente, al cliente le encantaron y así nacieron las patatas fritas.
El delicioso cereal de maíz, los cornflakes, también tiene su origen en un error culinario. A finales del siglo XIX, el Dr. John Kellogg y su hermano Will Kellogg intentaron crear un alimento vegetariano saludable tostando granos de trigo. Por accidente, olvidaron un lote de granos de trigo cocidos que se volvieron rancios. En lugar de tirarlos, decidieron cocinarlos, creando copos crujientes. Luego experimentaron con maíz, lo que llevó a la creación de copos de maíz.
En cuanto al cono de helado, su invención accidental en la Exposición Universal de 1904 en St. Louis sigue siendo una historia cautivadora. Un inmigrante sirio llamado Ernest Hamwi vendía unos pasteles finos y crujientes llamados zalabia junto a un vendedor de helados. Cuando a este último se le acabaron los vasos para servir su helado, Hamwi enrolló uno de sus pasteles en forma de cono para ponerle helado. Esta improvisación fue un éxito entre los visitantes de la exposición y condujo a la adopción generalizada del cono de helado.
Finalmente, el yogur, con recuerdos lejanos de su creación por tribus nómadas en Asia Central, ilustra una historia intrigante. Según la leyenda, las tribus llevaban leche en pieles de animales o en bolsas durante sus viajes. El calor y la agitación hicieron que la leche fermentara naturalmente, creando una bebida espesa y picante parecida al yogur.. Aunque la historia pueda parecer vaga, no se puede negar que el yogur fue el feliz resultado de un error de almacenamiento que se convirtió en un delicioso manjar.
Estas historias de comida accidental nos recuerdan que a veces los errores pueden convertirse en descubrimientos maravillosos. Añaden un toque de magia a nuestros placeres gustativos cotidianos, inspirándonos a apreciar lo inesperado y lo inesperado en el mundo de la cocina. La gastronomía, como la vida, a veces reserva deliciosas sorpresas, provenientes de caminos trazados accidentalmente, pero que conducen a destinos de sabor deliciosos e inesperados.