La lucha de los trabajadores del ENRA/Beni por sus salarios impagos

La empresa ENRA/Beni es actualmente escenario de una movilización sin precedentes por parte de sus empleados, que han decidido actuar para exigir a gritos lo que les corresponde por derecho: el pago de veintidós meses de salarios atrasados. Desde el lunes 24 de junio, estos agentes, apoyados por sus familiares, tomaron las instalaciones de la empresa e iniciaron un plantón para llamar la atención sobre su precaria situación.

Esta protesta, marcada por la determinación y la desesperación, refleja el hartazgo de los trabajadores que, después de meses de espera y promesas incumplidas por parte de la dirección, han decidido tomar el asunto en sus propias manos. De hecho, a pesar de los múltiples compromisos de la patronal para regularizar la situación, todavía no se ha hecho nada. Los agentes, ante dificultades financieras cada vez mayores, se sienten abandonados y perjudicados por una gestión opaca de sus salarios.

El presidente del sindicato, Ezéchiel Kambale Mamboleo, expresa contundentemente la determinación de los trabajadores de obtener justicia: «Consideramos oportuno venir y quedarnos aquí, para que él pueda cuidar de nosotros, ya que es él quien administra nuestro dinero. Nosotros somos en el proceso de sufrir con nuestras familias y sin embargo bloquea nuestro dinero innecesariamente ENRA/Beni tiene los medios y recursos para pagarnos, es hora de actuar.

La presencia de familias durante este plantón no es insignificante, simboliza el impacto directo de esta situación en la vida cotidiana de estos trabajadores. Los salarios impagos representan un problema vital para estas familias, que dependen económicamente de los ingresos de los empleados de la empresa. Esta solidaridad familiar refuerza la legitimidad del enfoque emprendido por los agentes del ENRA/Beni, que luchan no sólo por ellos mismos, sino también por sus seres queridos.

En esta lucha por la justicia social, los trabajadores de ENRA/Beni demuestran un coraje y una determinación ejemplares. Su movilización, pacífica pero firme, resuena como un grito de angustia y pone en duda la responsabilidad del empresario. Es hora de que las promesas se transformen en acciones concretas y de que los salarios impagos finalmente encuentren a su legítimo destinatario. Los trabajadores merecen ser escuchados, respetados y remunerados de acuerdo con su compromiso y trabajo.

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