Esta tarde, la tensión alcanzó su punto máximo en las calles de Githurai, un suburbio al este de Nairobi, la capital de Kenia. Las autoridades realizaron disparos de advertencia para dispersar las protestas que estallaron, provocando escenas de caos y violencia. Los vídeos que circulan en Internet y difundidos por los medios locales muestran la noche desgarrada por repetidas explosiones, con más de 700 balas de fogueo disparadas por la policía para restablecer el orden en esta zona sacudida por los disturbios.
Estos acontecimientos se produjeron justo después de que miles de manifestantes irrumpieran en parte del Parlamento de Kenia ese mismo día. Se extendieron escenas de devastación, con partes del edificio envueltas en llamas mientras los miembros del parlamento huían bajo amenaza de los manifestantes.
El aumento de las protestas populares se produjo en respuesta a los aumentos de impuestos propuestos por el gobierno, lo que provocó una serie de manifestaciones violentas. La reacción de la policía no tardó en producirse enfrentamientos brutales que se saldaron con la muerte de varios manifestantes y numerosos heridos, que suman más de 100 personas.
Ante estos disturbios sin precedentes, el presidente William Ruto calificó los acontecimientos de traición y prometió reprimir firmemente cualquier forma de insurrección, poniendo en marcha un despliegue militar para apoyar a la policía en este período de «emergencia de seguridad».
Las Naciones Unidas expresaron su profunda tristeza por los incidentes mortales y pidieron a las autoridades de Kenia que actúen con moderación, enfatizando la necesidad de protestas pacíficas.
En el centro de estas manifestaciones, se expresó la ira del pueblo keniano contra el deterioro de las condiciones de vida, el aumento del precio de la gasolina, de los alimentos y de otras necesidades básicas. Las crecientes desigualdades, combinadas con profundas frustraciones vinculadas a la corrupción generalizada, han cristalizado el descontento de la población.
Esta ola de protestas superó las habituales divisiones tribales del país y reunió a gran parte de la sociedad en torno al rechazo del proyecto de ley fiscal. También generó llamados al diálogo y la escucha mutua, con el objetivo de buscar soluciones concertadas y pacíficas a esta crisis nacional.
En conclusión, estos acontecimientos marcan un momento decisivo para Kenia y ponen de relieve las profundas tensiones sociales y económicas que sacuden al país. Frente a la violencia y la inestabilidad, el camino del diálogo y el entendimiento mutuo parece ser el único resultado posible para aliviar las tensiones y construir un futuro más justo y próspero para todos los kenianos.