En un episodio significativo de las noticias congoleñas, dos soldados fueron condenados a muerte por el tribunal militar de Butembo por actos de cobardía ante el M23 y otros delitos graves. Esta decisión, pronunciada durante una audiencia pública, pone de relieve la serie de crímenes cometidos durante la toma de las ciudades de Kanyabayonga, Kayna, Kirumba y Miriki por los rebeldes del M23.
Ese fatídico día estaban presentes en el tribunal 32 acusados, principalmente acusados de huir del enemigo y disipación de municiones. Entre ellos, dos soldados fueron declarados culpables y condenados a muerte. El primer soldado, un soldado de segunda clase desplegado en Kanyabayonga, fue juzgado por estar en Kaseghe sin autorización, acto considerado cobardía hacia los rebeldes enemigos. Peor aún, al llegar a Kaseghe, disparó contra una zona densamente poblada, provocando la muerte de una joven e hiriendo a otra. Estos hechos fueron tipificados como homicidio, tentativa de homicidio y disipación de municiones, por lo que fue condenado a la pena de muerte y diez años adicionales.
El segundo soldado condenado, Lukolongo Jean-Marie, fue declarado culpable de agresión y agresión transformada en intento de asesinato. Mientras huía, abrió fuego contra una ambulancia del ejército e hirió a un granjero que pasaba por allí. Su cobardía ante el enemigo, disipación de municiones e intento de asesinato le llevaron a ser condenado a muerte y acusado de crímenes contra la humanidad.
La decisión del tribunal provocó diversas reacciones: uno de los condenados apeló los cargos en su contra, mientras que el otro se declaró culpable solicitando circunstancias atenuantes, solicitud rechazada por el tribunal. Además de las sentencias dictadas, el soldado Lukolongo fue condenado a pagar una suma de 4 millones de dólares al granjero herido.
Este asunto plantea interrogantes sobre la responsabilidad de los militares hacia el enemigo y la población civil. La importancia de la disciplina y la toma de decisiones en situaciones de crisis es crucial y no se puede tolerar la cobardía dentro de las fuerzas armadas.
Si bien aún quedan otros casos por juzgar, esta sentencia de muerte subraya la gravedad de los actos cometidos durante los enfrentamientos con el M23 y la necesidad de procesar a los responsables de crímenes contra la humanidad. El ejército congoleño debe afrontar sus fallos y garantizar la seguridad de los ciudadanos respetando la ética militar.