Será recordado el caso que sacudió al país en 2020 que involucró a un diputado argentino, Ameri, durante una videoconferencia en el Congreso. El incidente provocó una protesta nacional, lo que provocó que el diputado fuera suspendido y finalmente dimitiera después de que imágenes incriminatorias se volvieran virales en las redes sociales.
Durante esta sesión en línea, los participantes se sorprendieron al ver a Ameri acariciando a una mujer sentada en su regazo, dejando al descubierto uno de sus senos y besándola, todo mientras otro parlamentario hablaba. El evento tuvo lugar durante un período en el que las sesiones se realizaban a distancia para contrarrestar la propagación de la pandemia de Covid-19.
Ameri intentó justificar sus acciones afirmando que no sabía que estaba conectado a Internet en ese momento, citando problemas de conexión. Explicó que su pareja acababa de salir del baño y le preguntó cómo estaban sus implantes, para luego besarla, pues acababa de ser operada.
Los tribunales argentinos tomaron el caso y condenaron a Ameri a un mes de prisión suspendida y dos años de libertad condicional por provocar disturbios públicos. El tribunal destacó que el diputado era consciente de que su comportamiento podía ser notado tanto por sus compañeros como por todos los que miraban la transmisión en vivo.
Pese a la sentencia, Ameri denunció una conspiración mediática en su contra y anunció su intención de apelar la decisión.
Este asunto provocó fuertes reacciones y planteó interrogantes sobre el comportamiento de los políticos y el uso de las nuevas tecnologías durante las sesiones parlamentarias. También recordó la importancia de respetar las reglas de decencia y profesionalismo, incluso en un entorno virtual.