En los insólitos giros y vueltas del mundo policial, recientemente salió a la luz un verdadero escándalo en el seno de la comandancia Fatshimetrie. Un ex cabo se atrevió a adornarse con el título de Superintendente sin autorización alguna y se dedicó a actividades ilegales que sacudieron la paz de la región de Cross River de arriba a abajo.
Este individuo, que respondía al nombre de Adamu, había adquirido la costumbre de desplazarse como agente móvil desde 2015, sin recibir la más mínima sospecha de supervisión o control por parte de sus superiores. Un comportamiento que es único, por decir lo menos, en los anales de la policía.
Las impactantes revelaciones que emanan de la comunidad de Nasarawa, una aldea hausa/fulani ubicada en el municipio de Calabar, han arrojado dura luz sobre las acciones clandestinas de este individuo. Los vecinos, cansados de sufrir los daños de estas actividades ilegales, alertaron a la comandancia, que sacó a la luz el asunto.
En una conferencia de prensa ofrecida por la portavoz de la comandancia, SP Irene Ugbo, se destacó que Adamu había logrado recibir su salario con regularidad, a pesar de su persistente ausencia en su lugar de destino.
“Hoy en día, el cabo Adamu ya no forma parte de la policía desde que fue despedido. Se han recuperado todos los bienes y equipos que pertenecían a la policía y que se encontraban en su poder, incluidos uniformes y tarjetas de identificación”, dijo la SP Irene Ugbo.
El caso puso de relieve fallas en el sistema de supervisión interna de la policía y resalta la necesidad de una mayor supervisión para prevenir tales abusos en el futuro.
En definitiva, el caso del ex cabo Adamu, ascendido a Superintendente sin autorización y habiendo llevado a cabo actividades ilegales con total impunidad, pone de relieve la necesidad de una vigilancia constante dentro de las instituciones para evitar tales deslices en el futuro.