En los tristes vericuetos de la historia contemporánea, hay una fecha que queda grabada en la memoria colectiva: el 11 de julio de 1995. Ese día, las fuerzas serbobosnias invadieron el «refugio seguro» designado por las Naciones Unidas en Srebrenica, en Bosnia. y Herzegovina. Bajo la dirección de su líder militar, Ratko Mladic, los soldados separaron a más de 8.000 hombres y niños musulmanes bosnios de sus familiares y los masacraron.
Este acto despreciable fue la culminación de una guerra que comenzó en 1992, tras la separación de Bosnia-Herzegovina de Yugoslavia. Este conflicto enfrentó a los bosnios serbios con las otras dos poblaciones étnicas principales del país, los croatas y los bosnios musulmanes. En el transcurso de tres años desastrosos, más de 100.000 personas perdieron la vida y alrededor de dos millones se vieron obligados a exiliarse.
En 2007, la Corte Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de las Naciones Unidas, reconoció que los actos cometidos en Srebrenica constituían genocidio. Ratko Mladic y el entonces líder Radovan Karadzic fueron condenados en 2016 por genocidio en Srebrenica por un tribunal especial de las Naciones Unidas en La Haya. Sin embargo, Serbia y los bosnios serbios siempre han negado que los acontecimientos de Srebrenica constituyeran un genocidio.
Más recientemente, la ONU adoptó una resolución que establece el 11 de julio como el día anual de conmemoración de la masacre de 1995 en Srebrenica. La decisión provocó reacciones encontradas: sesenta y ocho naciones se abstuvieron en la votación en la Asamblea General, preocupadas por el impacto en los esfuerzos de reconciliación en una Bosnia profundamente dividida.
Sin embargo, a pesar de la oposición, los activistas de derechos humanos insistieron en rendir homenaje a las víctimas del genocidio durante las manifestaciones en Belgrado. Este día conmemorativo es un crudo recordatorio de los horrores de la guerra y de la necesidad de preservar la memoria de estos trágicos acontecimientos para garantizar que esos crímenes nunca vuelvan a ocurrir.