La grave crisis del agua en la Franja de Gaza, combinada con la destrucción de muchas mezquitas durante la guerra entre Israel y Hamás, ha dificultado que los residentes realicen oraciones islámicas.
Los residentes de Gaza ahora enfrentan dificultades para encontrar agua para sus abluciones antes de las oraciones, y con muchas mezquitas destruidas, tienen que viajar largas distancias hasta salas de oración improvisadas, a menudo hechas de tiendas de campaña.
Los musulmanes practicantes solían levantarse temprano los viernes, tomar una ducha e ir a las mezquitas cercanas para orar, pero ahora están luchando debido a la destrucción de las mezquitas.
Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en octubre, muchas mezquitas en la Franja de Gaza han sido destruidas, principalmente por ataques aéreos israelíes.
La escasez de agua en la zona ha provocado largas colas de personas esperando para llenar sus contenedores.
El conflicto entre Israel y Hamás ha dañado gravemente la capacidad del territorio para proporcionar agua potable, empeorando las condiciones de vida y aumentando los riesgos para la salud de cientos de miles de personas que carecen de refugio, alimentos y medicinas, según organizaciones de ayuda.
El conflicto en Gaza, iniciado con el ataque de Hamás al sur de Israel el pasado 7 de octubre, se ha saldado con la muerte de más de 38.600 personas, según ha informado el Ministerio de Sanidad de la región.
El recuento del ministerio no distingue entre militares y civiles.
Este conflicto ha provocado una crisis humanitaria urgente en el territorio palestino, obligando a la mayoría de sus 2,3 millones de habitantes a huir y provocando una hambruna generalizada.
En octubre, Hamás llevó a cabo un ataque que se saldó con la muerte de 1.200 personas, la mayoría civiles.
Además, los militantes tomaron como rehenes a unas 250 personas. Actualmente, unos 120 rehenes siguen retenidos y las autoridades israelíes estiman que alrededor de un tercio de ellos ya han perdido la vida.
La situación actual en Gaza es crítica, la población sufre no sólo las consecuencias del conflicto armado sino también las dificultades para acceder al agua potable y a lugares de culto para practicar su fe con total serenidad. La comunidad internacional debe intensificar sus esfuerzos para ayudar al pueblo de la Franja de Gaza y encontrar soluciones duraderas a estos problemas urgentes.