Artículo: La transición energética hacia las energías renovables: una realidad en marcha
En un mundo donde los desafíos relacionados con la transición energética son cada vez más apremiantes, el reciente anuncio de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sobre el aumento significativo de las energías renovables en el suministro eléctrico mundial es una verdadera fuente de optimismo. Según el informe “Electricity Mid-Year Update” publicado por la AIE en julio de 2024, se espera un aumento del 35% en energías renovables para 2025, superando las estimaciones anteriores.
Este importante avance se basa en gran medida en el desarrollo exponencial de la energía solar fotovoltaica y la energía eólica. De hecho, se espera que estas dos fuentes de energía limpia desempeñen un papel destacado en la combinación energética mundial en los próximos años. Con una previsión de aumento del 13% al 15% en 2024 y luego al 18% en 2025, la cuota combinada de estas energías renovables sigue creciendo, lo que marca una auténtica revolución en el ámbito de la producción de electricidad.
Esta tendencia es tanto más alentadora cuanto que se espera que la dependencia del carbón disminuya, del 36% al 33% durante el mismo período de tiempo. La energía solar fotovoltaica y la energía eólica se posicionan ahora como las principales alternativas y se espera que incluso superen la producción de electricidad a partir de energía hidroeléctrica en 2024, marcando un punto de inflexión histórico en el panorama energético mundial.
Las implicaciones de esta transición son múltiples. Por un lado, esto significa una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático. Por otro lado, esto abre el camino a una mayor autonomía energética de los países, promoviendo la independencia y estabilidad de los sistemas energéticos.
Sin embargo, esta transición no estará exenta de desafíos. Es fundamental poner en marcha políticas energéticas ambiciosas, promoviendo el desarrollo de energías renovables y garantizando una transición justa para todos los actores del sector. También es necesario invertir masivamente en investigación e innovación para mejorar la eficiencia y la competitividad de las tecnologías limpias.
En conclusión, la transición energética hacia las energías renovables es una realidad en marcha. Gracias a los avances tecnológicos, la creciente conciencia sobre las cuestiones ambientales y la movilización de la comunidad internacional, es posible construir un futuro energético más sostenible y resiliente. Es hora de actuar juntos para crear un mundo donde la energía limpia esté en el centro de nuestras sociedades.