El domingo marcó un punto de inflexión histórico en el clima, con el día más caluroso jamás registrado en la historia moderna. Este período está experimentando récords de calor sin precedentes, según datos preliminares de una agencia de seguimiento del clima que ha estado monitoreando las temperaturas desde mediados del siglo XX.
Este aumento de las temperaturas globales es el resultado del calentamiento global causado por la contaminación por combustibles fósiles. De hecho, esta contaminación eleva las temperaturas a niveles alarmantes, superando incluso las previsiones más pesimistas.
El 21 de julio alcanzó los 17,09 grados Celsius, o 62,76 grados Fahrenheit, lo que lo convierte en el día más caluroso en la Tierra desde al menos 1940. Estas temperaturas se producen cuando muchos países experimentan olas de calor prolongadas y brutales.
El planeta ya había batido récords el año anterior y es muy probable que esta no sea la última vez. Las temperaturas medias globales tienden a alcanzar su punto máximo durante el verano del hemisferio norte, entre finales de junio y principios de agosto.
Esta tendencia es preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que los récords ya están cerca de límites extremos. Los científicos estiman que el período actual es el más cálido que el planeta ha visto en al menos 100.000 años, basándose en milenios de datos climáticos extraídos de núcleos de hielo y arrecifes de coral.
Las ciudades de Estados Unidos están experimentando un calor veraniego sin precedentes, mientras que gran parte del sur de Europa enfrenta temperaturas que superan los 100 grados Fahrenheit. Esta situación es una llamada de atención para el futuro, con la perspectiva de récords aún mayores en los próximos meses y años.
Es fundamental entender que estos récords de calor no se deben sólo a factores naturales como las estaciones o la actividad solar, sino también a la influencia nociva de la actividad humana. El calentamiento global es causado principalmente por la quema de combustibles fósiles, que atrapan el calor en la atmósfera terrestre.
Este fenómeno se ve exacerbado por otros factores, como la evaporación del hielo en grandes zonas de la Antártida. El rápido derretimiento de este inmenso continente helado es una tendencia alarmante para los científicos, ya que podría provocar un aumento catastrófico del nivel del mar.
Es imperativo que se tomen medidas drásticas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar esta crisis climática sin precedentes. Hay mucho en juego, porque está en juego el futuro del planeta y de toda la humanidad.