Fatshimetrie, 28 de julio de 2024 – Una tragedia sin precedentes golpeó de frente la ciudad de los Altos del Golán, con la muerte de doce jóvenes inocentes tras un ataque con cohetes atribuido al Hezbolá libanés. Este terrible incidente provocó una fuerte reacción de condena por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, calificando a Hezbolá de grupo terrorista que ataca deliberadamente a civiles.
Israel Katz, Ministro de Asuntos Exteriores, denunció enérgicamente este acto atroz y destacó que Hezbollah había cruzado todas las líneas rojas al atacar a civiles indefensos. También subrayó que el cohete responsable de esta tragedia procedía de Irán y que Hezbollah era la única organización terrorista que tenía ese tipo de armas en su arsenal. Israel afirmó su legítimo derecho a defenderse y prometió una respuesta firme a este ataque mortal.
El primer ministro Benjamín Netanyahu, de Estados Unidos, fue categórico al asegurar que este ataque no quedará impune. En respuesta, el ejército israelí llevó a cabo ataques selectivos contra instalaciones de Hezbollah en el Líbano y a lo largo de la frontera con Israel, apuntando a depósitos de armas y otras infraestructuras de la organización terrorista.
La aldea drusa de Majdel Shams despidió a las doce víctimas, la mayoría de las cuales eran niños, con un funeral desgarrador. Esta pequeña comunidad drusa, anexada por Israel, lamenta la pérdida de estas jóvenes vidas brutalmente truncadas en un campo de fútbol.
Esta nueva escalada de violencia entre Israel y Hezbolá plantea serias preocupaciones sobre una posible intensificación del conflicto en Oriente Medio. Las consecuencias de este acto de terrorismo no sólo se limitan a la pérdida de vidas inocentes, sino que también corren el riesgo de hundir a la región en un ciclo interminable de violencia y represalias.
Es imperativo que la comunidad internacional condene enérgicamente esos actos terroristas y trabaje para lograr una solución pacífica y duradera a los conflictos en el Medio Oriente. La paz y la seguridad en la región sólo pueden garantizarse mediante el diálogo y la cooperación entre todas las partes interesadas.
Ante esta tragedia, es fundamental recordar que la vida humana debe ser preservada y protegida, y que la violencia indiscriminada nunca puede justificarse. Ahora es el momento de la solidaridad, la compasión y la búsqueda de soluciones pacíficas para poner fin a este ciclo de violencia destructiva.