Descongestionar las prisiones en la República Democrática del Congo: la tragedia de Makala revela las deficiencias del sistema penitenciario

Fatshimetria

El 4 de septiembre de 2024, una escena macabra sacudió la antigua prisión central de Makala, en Kinshasa. Mientras el país contaba las horas previas a una posible liberación de prisioneros como parte de una reducción de la congestión carcelaria, una trágica fuga se convirtió en tragedia. La primera ministra, Judith Suminwa Tuluka, viajó al establecimiento penitenciario para comprobar de primera mano los daños y evaluar la situación.

Acompañado de miembros del Gobierno, el Primer Ministro recorrió los pabellones de la prisión, escuchando atentamente los testimonios de los reclusos todavía en estado de shock. Las cifras anunciadas son escalofriantes: 129 presos perdieron la vida, 24 de ellos fusilados, las mujeres fueron víctimas de violencia y edificios clave como las oficinas de registro, la enfermería y los depósitos de alimentos quedaron reducidos a cenizas.

Las imágenes de desesperación y destrucción contrastan marcadamente con el objetivo inicial de descongestionar las prisiones para aliviar el hacinamiento carcelario. Makala, diseñada para albergar a 1.500 detenidos, está ahora abrumada por más de 15.000 personas que viven en condiciones indignas e inhumanas.

Ante esta tragedia, se tomaron medidas inmediatas para intentar restaurar algo parecido al orden y la dignidad. El Primer Ministro insistió en la necesidad de respetar los procedimientos en el proceso de descongestión de las cárceles, destacando que estas acciones deben realizarse con respeto a los derechos humanos y la seguridad de todos.

Entre las emergencias que deben abordarse se encuentran el restablecimiento del suministro eléctrico, la atención a las víctimas, en particular a las mujeres afectadas, y la rehabilitación de la infraestructura dañada. Sin embargo, más allá del aspecto material, lo que surge con urgencia es la cuestión fundamental de la reforma penitenciaria. ¿Cómo solucionar la crisis de sobrepoblación carcelaria? ¿Cómo podemos garantizar la seguridad de los detenidos respetando sus derechos?

Estas preguntas siguen sin respuestas claras, y el incidente de Makala pone de relieve profundas fallas en el sistema penitenciario congoleño. Esta tragedia es un grito de alarma que exige una reflexión urgente y acciones concretas para una justicia más humana que respete la dignidad de cada individuo, incluso tras las rejas.

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