Veredicto de muerte para los acusados ​​de un golpe de Estado en la República Democrática del Congo: un punto de inflexión judicial con repercusiones internacionales

En el corazón de la República Democrática del Congo, un tribunal militar dictó el viernes pasado sentencias de muerte contra 37 personas, entre ellas tres de nacionalidad estadounidense, declarándolas culpables de intento de golpe de Estado.

Este veredicto, dictado después de varios meses de juicio, dejó atónita a la comunidad internacional. Entre los condenados se encontraban principalmente congoleños, además de un británico, un belga y un canadiense. Acusados ​​de conspiración, terrorismo y asociación para delinquir, estos individuos tienen ahora cinco días para apelar la decisión dictada. Cabe señalar que catorce personas fueron absueltas durante el proceso que se inició el pasado mes de junio.

La sesión judicial, celebrada al aire libre en la capital, Kinshasa, y retransmitida en directo por televisión, estuvo presidida por el mayor Freddy Ehuma, quien declaró que «la pena más severa, la de muerte», fue pronunciada contra los 37 acusados. Los tres ciudadanos estadounidenses, vestidos con uniformes carcelarios azules y amarillos y sentados en sillas de plástico, parecían resignados mientras un traductor les explicaba su sentencia.

El fallido golpe de Estado, orquestado en mayo por una figura de la oposición poco conocida, Christian Malanga, fue responsable de la muerte de seis personas. El ataque tuvo como objetivo el palacio presidencial y un aliado cercano del presidente Félix Tshisekedi. Christian Malanga fue asesinado a tiros durante su arresto, poco después de retransmitir en directo el ataque en las redes sociales.

El hijo de Malanga, Marcel Malanga, de 21 años, ciudadano estadounidense, y otros dos ciudadanos estadounidenses, Tyler Thompson Jr., de 21 años, y Benjamin Reuben Zalman-Polun, de 36, fueron condenados por su participación en el ataque. La madre de Marcel Malanga, Brittney Sawyer, dice que su hijo es inocente y que sólo estaba siguiendo a su padre, que se consideraba presidente de un gobierno en el exilio.

La decisión de las autoridades congoleñas de restablecer la pena de muerte a principios de este año, poniendo fin a una moratoria de más de dos décadas, se produce mientras el país lucha por contener la violencia y los ataques militantes. El código penal del país permite al presidente designar el método de ejecución. En el pasado, las ejecuciones de activistas en el Congo se llevaron a cabo mediante pelotones de fusilamiento.

Esta sentencia resuena con profundas cuestiones sociales y plantea cuestiones cruciales sobre la seguridad, la justicia y los derechos humanos en la República Democrática del Congo. Las repercusiones de estas condenas generan preocupación y resaltan la complejidad de los desafíos que enfrenta el país.

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