Los desafíos que enfrenta actualmente nuestro país son tan complejos como preocupantes. La situación económica que prevalece en Nigeria plantea preocupaciones legítimas y revela realidades ante las cuales es difícil permanecer insensible. Cuando incluso a un residente de Ijebu le resulta difícil conseguir garri, un alimento básico que quiere acompañar con un trozo de carne, un filete de pescado o un puñado de maní, no se puede negar que algo anda mal. Recientemente, al regresar a Ijebu-Ode para asistir a un funeral, me detuve en el mercado popular de Oke-Aje, cerca del lugar de oración musulmana, para comprar garri, esencial para mi vida diaria.
Los lectores de Ijebu seguramente lo entenderán, especialmente si están acostumbrados a consumir garri casero, como yo. Me gusta especialmente este garri con su sabor agridulce que hace cosquillas en las papilas gustativas cuando se sumerge en agua. Me sorprendió saber que el precio de un cubo de garri asciende ahora a 2.500 naira. Anteriormente, el mismo cubo costaba alrededor de 450 nairas. ¿Entiendes esto? Desde 2015, el año de las promesas de cambio, el precio del garri ha aumentado constantemente desde 450 nairas hasta las 2.500 nairas actuales. Esta inflación vertiginosa corre el riesgo de privar a muchos nigerianos de este plato sencillo pero imprescindible en su dieta.
Ahora que un saco de arroz de 50 kilos se vende a 90.000 nairas, el acceso a alimentos básicos se está convirtiendo en un lujo para la mayoría de los ciudadanos. No basta con comprar arroz; también hay que ofrecerle una salsa a base de pimientos y tomates, ingredientes que también se han vuelto inasequibles. Sin olvidar la necesidad de añadir proteínas a tu comida, aumentando aún más la factura de una sola comida. Además, los costes de los desplazamientos pesan mucho sobre los presupuestos de los automovilistas, que ven cómo el precio de la gasolina se dispara. La perspectiva de un nuevo aumento de los precios del combustible añade una capa de incertidumbre a una economía ya frágil. La cuestión de los subsidios a los combustibles resurge, porque su eliminación ha tenido consecuencias desastrosas para nuestra economía.
A pesar de las medidas paliativas implementadas por el gobierno para mitigar los efectos de la eliminación de los subsidios, la situación no mejora. La distribución de bolsas de arroz no benefició a los sectores más vulnerables de la sociedad. Asimismo, la iniciativa de transición al gas natural comprimido (GNC) está luchando por convencer a los automovilistas debido a su lenta adopción y numerosas aprensiones. Las promesas de que los autobuses funcionen con GNC tardan en materializarse, lo que deja dudas sobre la eficacia de estas soluciones temporales.
En este contexto, asistimos a un aumento de los actos delictivos y de la delincuencia, especialmente entre los jóvenes que buscan un medio de subsistencia.. Es imperativo reactivar la economía para brindar oportunidades dignas a los ciudadanos y frenar estos comportamientos nocivos. Para ello, pido al presidente que destine los 450.000 barriles de petróleo destinados a la refinería local de Dangote a un precio reducido, en naira, para apoyar la producción local y aliviar la carga financiera de los nigerianos.
En conclusión, es hora de actuar de manera concertada y pragmática para abordar los desafíos que obstaculizan el bienestar de nuestra sociedad. Esta no es sólo una crisis económica, sino una crisis de confianza y esperanza. Las decisiones que se tomen hoy afectarán a las generaciones futuras; Por lo tanto, es imperativo actuar con responsabilidad y determinación para devolver a nuestro país al camino del progreso y la prosperidad para todos.