En el centro de las tensiones que sacuden Oriente Medio, las últimas noticias han puesto de relieve la crisis entre Irán e Israel, tras el ataque masivo llevado a cabo por Irán contra Israel. Esta escalada de violencia ha arrojado una sombra preocupante sobre la región y está provocando grave preocupación internacional.
La decisión de Irán de lanzar 180 misiles balísticos contra Israel en este ataque constituye el mayor asalto jamás realizado por Teherán. La mayoría de estos misiles fueron interceptados por defensas antimisiles desplegadas por Israel, Estados Unidos y Jordania, según declaraciones oficiales de estos países.
Del lado iraní, sabemos que Teherán tiene una importante capacidad en términos de misiles balísticos y de crucero, con un arsenal que incluye miles de estos dispositivos de diferentes alcances. Las pruebas de armas indicaron que Irán utilizó variantes del misil balístico Shahab-3 en ese ataque. Este misil, en servicio desde 2003, es capaz de transportar una carga útil de 760 a 1.200 kilogramos y puede ser lanzado desde lanzadores móviles o silos.
Además, Irán informó del uso de un nuevo misil llamado Fattah-1 en este ataque. Aunque se anuncia como un misil hipersónico, los analistas han cuestionado esta caracterización, señalando que la velocidad supersónica es una característica común de los misiles balísticos durante el vuelo.
En cuanto a los sistemas de defensa de Israel, el país cuenta con varias capas de defensa antimisiles, incluido el famoso sistema Cúpula de Hierro, diseñado para interceptar cohetes y armas de artillería entrantes. Sin embargo, para contrarrestar los misiles balísticos, Israel recurre a sistemas más avanzados como el David’s Sling, que protege contra amenazas de corto y medio alcance, y los sistemas Arrow 2 y Arrow 3, desarrollados conjuntamente con Estados Unidos.
Este reciente ataque y la eficacia de las defensas implementadas resaltan la importancia del equilibrio de poder y la seguridad regional en Medio Oriente. La situación sigue siendo tensa y frágil, con consecuencias potencialmente devastadoras en caso de una nueva conflagración. Es crucial que los actores relevantes actúen con moderación y participen en diálogos constructivos para aliviar las tensiones y promover la paz en la región.