Hoy surgen noticias candentes de manera demoledora con la sorpresiva destitución de Rigathi Gachagua, después de una votación masiva de 281 parlamentarios kenianos. Esta decisión histórica sacudió los cimientos políticos del país y bien podría marcar un importante punto de inflexión en su historia reciente.
Gachagua, que se desempeñó como vicepresidente de Kenia desde la elección de William Ruto en 2022, ha sido acusado de diversos delitos, que van desde apoyar las protestas antigubernamentales en junio hasta acusaciones de corrupción e irregularidades. A pesar de sus intentos de defenderse ante los medios de comunicación y en el Parlamento, el veredicto llegó y la mayoría de los diputados optaron por destituirlo de su cargo.
La medida sin precedentes provocó un estallido de alegría entre algunos kenianos, lo que refleja la frustración reprimida por las controvertidas prácticas políticas de Gachagua. Según el artículo 145 2A de la Constitución, el proceso de impeachment debe ser aprobado por al menos 2/3 de la Asamblea Nacional, lo que allana el camino para una posible confirmación por parte del Senado.
Si el Senado también apoya la moción, Gachagua se convertiría en el primer vicepresidente en ser acusado desde la adopción de la nueva Constitución en 2010. Los criterios para el juicio político, según lo estipulado en el Capítulo 9 de la Constitución, son estrictos e incluyen motivos como flagrante violación de la ley o acusaciones de delitos nacionales o internacionales.
En su defensa, Gachagua intentó justificar sus bienes y el gasto de renovación de su residencia oficial, alegando que algunas propiedades mencionadas en la moción de juicio político pertenecían a su difunto hermano. Sin embargo, estos argumentos no fueron suficientes para convencer a la mayoría de los diputados de su integridad.
Esta ruptura entre Gachagua y el presidente William Ruto, que se había estado gestando durante varios meses, finalmente salió a la luz, poniendo de relieve las crecientes tensiones políticas dentro del gobierno de Kenia. Las recientes protestas históricas, en las que los kenianos exigieron la destitución del presidente Ruto, pueden haber sido el detonante de este inesperado movimiento de destitución.
En conclusión, el futuro político de Kenia sigue siendo incierto ante esta audaz decisión, que podría redefinir el equilibrio de poder dentro del país. Mientras continúa la batalla legal, los ojos del mundo siguen pegados al país de África Oriental, a la espera de nuevas revelaciones y acontecimientos futuros que podrían moldear su destino político.