Disminución alarmante de la biodiversidad: actuar juntos para un futuro sostenible

El mundo natural que nos rodea está experimentando transformaciones alarmantes. Los datos que revela la última edición del Índice Planeta Vivo (LPI) son alarmantes: en 50 años, el número medio de poblaciones de especies silvestres monitorizadas ha disminuido un 73%. Esta cifra, basada en casi 35.000 tendencias poblacionales y 5.495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles, pone de relieve una tendencia preocupante.

La observación es clara: las poblaciones de peces de agua dulce han sufrido las disminuciones más graves, cayendo un 85%, seguidas de las poblaciones terrestres (69%) y marinas (56%). La degradación y pérdida de hábitat, principalmente relacionada con el sistema alimentario de la humanidad, son los principales culpables, seguidos de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades.

Si analizamos más de cerca los diferentes continentes, vemos que las caídas más rápidas se produjeron en América Latina y el Caribe (95%), África (76%) y luego Asia y el Pacífico (60%). Europa y Asia Central (35%), así como América del Norte (39%), tienen caídas menos dramáticas, pero esto no significa que la situación sea tranquilizadora. Es fundamental resaltar que los esfuerzos de conservación y reintroducción de especies han permitido que ciertas poblaciones se estabilicen o incluso aumenten.

África, un continente rico en biodiversidad y hogar de un número importante de grandes mamíferos, también muestra signos de preocupación. El IPL de África registra una disminución del 76%, o el equivalente al 2,8% anual. La sobreexplotación se cita como una amenaza más común para las poblaciones africanas que para las de otras regiones.

Estos descensos amenazan nuestra propia existencia. Las poblaciones estables a largo plazo crean resiliencia ante perturbaciones como enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos. Una disminución de las poblaciones, como lo muestra el IPV global, reduce esta resiliencia y pone en peligro el funcionamiento de los ecosistemas. También están en juego los beneficios que los ecosistemas proporcionan a los humanos, como alimentos, agua potable y almacenamiento de carbono para un clima estable.

Ante esta alarmante situación, es esencial que todas las partes interesadas se movilicen para revertir esta tendencia. Los objetivos globales para un futuro próspero y sostenible, como detener y revertir la pérdida de biodiversidad, limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C y erradicar la pobreza, deben estar en el centro de las acciones emprendidas. Las medidas nacionales deben recibir apoyo financiero e institucional para garantizar su éxito.

Es hora de actuar de manera concertada, integrando los objetivos climáticos, de biodiversidad y de desarrollo.. Al tomar medidas conjuntas, es posible prevenir posibles conflictos entre estos diferentes objetivos y trabajar juntos hacia un futuro en el que la naturaleza y la humanidad prosperen juntas.

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