**La tragedia de los desplazados en Bulengo: Urgencia de reforzar la seguridad**
La noche del domingo 20 de octubre quedará grabada en la memoria de los habitantes de Bulengo, en la periferia occidental de la ciudad de Goma. Una pareja de desplazados que vivía en el campamento de Bulengo fue brutalmente asesinada a tiros, dejando atrás a un bebé de apenas un año. Esta siniestra noticia resuena como un grito de alarma ante la crítica situación en la que se encuentran las poblaciones desplazadas en la República Democrática del Congo, presa de una inseguridad crónica.
Testimonios locales apuntan a la presencia de milicianos de Wazalendo entre los desplazados, acusados de ser los autores de este doble asesinato. Esta increíble violencia apunta a una realidad desgarradora: hombres y mujeres ya golpeados por los horrores de la guerra, obligados a vivir con el temor constante de perder la vida. Las palabras de Jules Ngeleza, presidente de la juventud de la comuna de Goma, resuenan profundamente: “Es inaceptable que estos hombres, ya marcados por la guerra, vivan en tal inseguridad. »
La insidiosa presencia de milicianos armados entre los desplazados, que inicialmente combatieron contra los rebeldes del M23, ha provocado una espiral infernal de incidentes violentos dentro de los campos. Vidas rotas, familias destrozadas, niños abandonados a su suerte. Estos dramas son parte de una serie de tragedias que están sacudiendo a los desplazados internos en Goma y sus alrededores, destacando la urgencia de fortalecer la seguridad en estas áreas vulnerables.
¿Cómo podemos aceptar la idea de que los civiles que buscan refugio y protección sean sometidos a actos de barbarie indescriptible, dentro de los mismos campos que supuestamente deben protegerlos? La inseguridad que reina en el corazón de estos espacios humanitarios revela una importante disfunción en la gestión de la crisis de los desplazados en la República Democrática del Congo. Es imperativo que las autoridades competentes adopten medidas urgentes para garantizar la seguridad de las poblaciones desplazadas, víctimas inocentes de un conflicto continuo.
En memoria de quienes perdieron la vida en Bulengo, en solidaridad con todos aquellos que viven con miedo e incertidumbre, es nuestro deber hacer oír sus voces, exigir justicia y protección para los más vulnerables. Ha llegado el momento de actuar con determinación, de colocar la seguridad de los desplazados en el centro de las prioridades, de restaurar la dignidad y la esperanza donde reinan el terror y la desesperación. El destino de los desplazados no puede sellarse con la violencia, sino que debe estar determinado por la solidaridad, la compasión y el deseo de construir un futuro de paz y seguridad para todos.