El presidente tunecino, Kaïs Saïed, ha prestado juramento para un segundo mandato, lo que marca el comienzo de una nueva era para el país. Después de ganar las elecciones con un contundente 90,7% de los votos, Saïed invocó una «revolución cultural» durante su discurso de toma de posesión, llamando a luchar contra el desempleo, el terrorismo y la corrupción para construir una nación donde todos puedan vivir con dignidad.
Su primer mandato estuvo marcado por medidas controvertidas, incluida la suspensión del Parlamento, la reescritura de la constitución posterior a la Primavera Árabe y el arresto de numerosos opositores políticos, periodistas, líderes empresariales y miembros de la sociedad civil. A pesar de las críticas, Saied justificó estas acciones como necesarias para luchar contra la corrupción y los enemigos del Estado, utilizando el populismo para atraer a una población desencantada con los líderes anteriores.
Durante su discurso, prometió enfrentarse a «los ladrones y traidores pagados por extranjeros», al tiempo que denunció a las «fuerzas contrarrevolucionarias» que han obstaculizado sus esfuerzos por recuperar la debilitada economía. “La tarea no fue fácil. Los peligros eran grandes. Las armas del antiguo régimen eran víboras que se movían por todas partes. Se les podía oír silbando, aunque no se les podía ver”, dijo.
A pesar de su compromiso de respetar las libertades, su ceremonia de toma de posesión estuvo marcada por restricciones a los periodistas, lo que provocó la desaprobación del Sindicato Nacional de Periodistas Tunecinos. Condenó enérgicamente la política de censura y las restricciones impuestas al trabajo periodístico.
A medida que Túnez entra en esta nueva fase de gobernanza, las expectativas son altas tanto a nivel nacional como internacional. La capacidad de Saïed para llevar a cabo su visión de reforma y progreso para el país plantea interrogantes y esperanzas. El pueblo tunecino está esperando ver cómo se desarrollará este nuevo capítulo de la historia del país y qué impacto tendrá en la vida cotidiana de todos.
En última instancia, el desafío de Saïed es transformar sus promesas en acciones concretas, unir al país en torno a una visión común y hacer realidad las aspiraciones de todo un pueblo de un futuro mejor. Túnez se encuentra en un punto de inflexión en su historia y el mundo entero observa con interés su evolución bajo la presidencia de Kaïs Saïed.