La trágica ola de asesinatos de defensores ambientales en Colombia: un grito de desesperación sin respuesta


El departamento del Chocó en Colombia se ha convertido en escenario de una brutalidad implacable contra los defensores del medio ambiente. Según el alarmante informe de la ONG Fundación Paz y Reconciliación (PARES), más de 350 de estos valientes protectores de la naturaleza han sido asesinados en los últimos seis años.

Colombia, ya conocida por su violencia persistente, parece estar consolidando su estatus como el país más peligroso para los defensores del medio ambiente. Las cifras presentadas por PARES son escalofriantes: 361 asesinatos registrados desde 2018, de los cuales 81 sólo en el año 2023. Aún más inquietante es que el 66% de los culpables de estos asesinatos siguen impunes, deambulando en las sombras sin preocuparse.

La encarnizada lucha por el control de territorios entre diferentes actores armados se identifica como uno de los principales impulsores de esta ola de violencia. PARES destaca la falta de coordinación de las instituciones estatales, lo que dificulta una respuesta eficaz a esta selectividad mortal.

Es innegable que algunos de estos defensores asesinados se habían atrevido a oponerse a megaproyectos, ya sean locales, federales o institucionales, como la minería o la construcción de represas hidroeléctricas. En más de un tercio de los casos, los autores identificados de estos actos atroces son miembros de grupos armados.

Los disidentes de las ex Farc representan una parte importante de los responsables de esta ola de asesinatos. Deseosos de socavar el histórico acuerdo de paz firmado en 2016, estos disidentes tienen las manos manchadas de sangre. No quedan fuera el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los narcotraficantes del Clan del Golfo, siendo respectivamente responsables del 20% y el 16% de estos deleznables crímenes cuando se cometen en grupo.

Entre las regiones más afectadas se encuentran los departamentos de Antioquia, Cauca y Nariño, donde ocurrieron más de la mitad de los asesinatos. Cauca, en particular, pagó un alto precio con 114 víctimas. Es crucial enfatizar que los defensores ambientales de comunidades indígenas, campesinas o afrocolombianas son un objetivo particular.

PARES denuncia enérgicamente el abismal índice de impunidad que rodea a estos asesinatos, así como la falta de avances en las investigaciones sobre los mismos. En los albores de la COP16, este trágico informe es un conmovedor homenaje a quienes sacrificaron sus vidas para proteger ecosistemas amenazados de desaparición.

En este período de agitación climática y destrucción ambiental masiva, la lucha de los defensores ambientales en Colombia sigue siendo una lucha vital para preservar la biodiversidad y el frágil equilibrio de nuestro planeta. Ya es hora de que se haga justicia para estos héroes sacrificados en el altar de la codicia y la violencia.

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