El arzobispo de Kisangani, monseñor Djadi Léonard, y los fieles de la archidiócesis pueden por fin respirar un aire de alivio y consuelo. En efecto, después de años de espera y lucha para obtener una indemnización por los daños causados por la guerra de los seis días en junio de 2000, este jueves 24 de octubre de 2024 se dio un paso importante. En presencia del presidente Félix Tshisekedi y en la sede de Gracias al FRIVAO, el Fondo Especial de Reparación e Indemnización para las Víctimas de las Actividades Ilícitas de Uganda en la República Democrática del Congo, la Iglesia católica ha recibido importantes compensaciones.
Este momento simbólico en el que monseñor Djadi Léonard recibió de manos del Jefe de Estado un cheque por valor de 2.500.000 dólares representa no sólo un acto financiero, sino también un reconocimiento del sufrimiento sufrido por la comunidad religiosa de Kisangani. Los números y las palabras apenas pueden expresar la magnitud de las pérdidas sufridas por la arquidiócesis, con más de 20 parroquias, conventos, escuelas y otros edificios destruidos en el conflicto.
La reacción del obispo auxiliar expresa gratitud y esperanza. La alegría de presenciar la primera etapa de reparación, pero también el agradecimiento a quienes lo hicieron posible, desde FRIVAO hasta el Ministerio de Justicia y el propio Jefe de Estado. Es un momento emotivo, donde las cicatrices del pasado finalmente comienzan a recibir un bálsamo calmante.
El contexto legal, con la sentencia de la Corte Internacional de Justicia y los pagos adeudados por Uganda a la RDC, añade una dimensión adicional a este evento. Las víctimas y las comunidades afectadas por los horrores de la guerra ven que se está haciendo justicia, incluso años después de los trágicos acontecimientos. Cada pago de compensación representa un paso hacia la curación, hacia la reconstrucción de vidas destrozadas y lugares sagrados profanados.
En este día memorable, en el que el dinero se convierte en símbolo de reconciliación y reparación, es difícil no sentir una punzada de esperanza. Las palabras de monseñor Djadi Léonard resuenan como una oración para que las víctimas recuperen su dignidad y su alegría, para que se sequen las lágrimas y se curen las heridas. Es en estos momentos en que triunfan la solidaridad y la compasión cuando la humanidad muestra su capacidad para trascender el dolor y construir un futuro mejor.