En el corazón de la provincia de Kwilu, más precisamente en la ciudad de Kikwit, una sombra se cierne sobre el inicio de las clases para los estudiantes. De hecho, los docentes, reunidos en Asamblea General el sábado 26 de octubre de 2024, tomaron la decisión de no iniciar la docencia. Esta decisión proviene del sindicato regional de docentes, que destacó varias demandas no atendidas por las autoridades congoleñas.
Una de las principales quejas se refiere a los salarios de los docentes. De hecho, el Estado congoleño ofreció una remuneración de 500 dólares a los docentes, pero al final solo pagó un salario adicional de 100.000 FC, dividido en cuotas de 50.000 FC. Esta situación ha despertado el enojo y la decepción entre la comunidad docente, que denuncia una falta de buena voluntad por parte del gobierno central. Benoît Kasiama, presidente del sindicato de docentes de Kikwit, habló sobre esta cuestión en una entrevista. Invitó a los docentes a permanecer unidos y conscientes de su situación social.
A pesar de las discusiones y evaluaciones, los docentes concluyeron que no podían suspender la huelga hasta que sus demandas fueran atendidas satisfactoriamente. La falta de transparencia y cooperación de las autoridades ha fortalecido la determinación de los docentes de hacer valer sus derechos. La suspensión de clases es el reflejo más visible de esto, prolongando la ausencia de enseñanza en Kikwit desde el inicio del año escolar.
Esta situación plantea interrogantes sobre la responsabilidad y el compromiso de las autoridades hacia el sector educativo. Los docentes, pilares de la transmisión de conocimientos y la formación de las generaciones futuras, merecen una remuneración digna y condiciones laborales adecuadas para cumplir su misión con dedicación y profesionalismo. Es fundamental que el diálogo y las consultas se lleven a cabo rápidamente para encontrar soluciones duraderas y equitativas, garantizando una educación de calidad para todos los niños de Kikwit y la provincia de Kwilu.
Mientras se esperan medidas concretas y acciones concretas por parte de las autoridades, todas las miradas siguen puestas en una resolución pacífica y justa de este conflicto, en el mejor interés de la educación y el futuro de los estudiantes de la región. La voz de los docentes no debe permanecer inaudible, sino al contrario, ser escuchada y respetada, para construir juntos un futuro educativo prometedor y equitativo en Kikwit y más allá.