La escalada de ataques entre fuerzas militares y paramilitares en Sudán, impulsada por potencias externas, ha sumido a millones de personas en una pesadilla de hambre y enfermedades. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, alertó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las devastadoras consecuencias de esta guerra que amenaza con desestabilizar toda la región, desde el Sahel hasta el Cuerno de África pasando por el Mar Rojo.
Los sudaneses están experimentando actualmente varias pesadillas, que van desde asesinatos y atrocidades inimaginables, incluidas violaciones generalizadas, hasta la rápida propagación de enfermedades y la violencia étnica masiva. 750.000 personas se enfrentan a condiciones catastróficas de inseguridad alimentaria y hambruna en los lugares de desplazamiento en el norte de Darfur. Han surgido impactantes informes de masacres y violencia sexual en aldeas de la provincia de Gezira, donde los combatientes paramilitares han sembrado el terror y han matado a más de 120 personas en cuestión de días.
Esta crisis humanitaria comenzó en abril de 2023, cuando estallaron en Jartum tensiones reprimidas durante mucho tiempo entre líderes militares y paramilitares antes de extenderse a otras regiones, incluido Darfur Occidental. Más de 24.000 personas han perdido la vida hasta el momento y más de 11 millones de personas han huido de sus hogares, incluidos 3 millones a países vecinos.
Antonio Guterres pidió a ambas partes que acuerden inmediatamente un cese de hostilidades, garanticen la protección de los civiles, de los que son la principal responsabilidad, y permitan la entrega de ayuda humanitaria a millones de personas necesitadas. Destacó su consternación por los ataques contra civiles por parte de fuerzas paramilitares de RSF en El Fasher, Darfur del Norte y otras áreas, así como por las masivas víctimas civiles debido a ataques aéreos aparentemente indiscriminados en áreas pobladas.
La guerra estalló cuatro años después del derrocamiento del dictador Omar al-Bashir tras un levantamiento a favor de la democracia, seguido de una breve transición a la democracia. Estuvo marcado por atrocidades como violaciones masivas y asesinatos por motivos étnicos, descritos como crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, particularmente en Darfur. Esta región, que ya fue emblemática de genocidio y crímenes de guerra hace dos décadas, parece estar reviviendo horrores similares, con acusaciones de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad e incluso genocidio, dirigidas contra ambos bandos.
Nos enfrentamos a una gran crisis humanitaria, en la que la violencia, el hambre y las enfermedades están destrozando un país ya golpeado.. La urgencia es absoluta: corresponde a la comunidad internacional ejercer presión para poner fin a estas atrocidades, garantizar la protección de los civiles y garantizar el acceso a la ayuda humanitaria a los millones de personas en peligro. No se debe dejar a Sudán abandonado a su suerte; su pueblo merece paz, seguridad y dignidad.