Fatshimétrie, 29 de octubre de 2024 – Un viento de solidaridad sopla en el territorio de Nyiragongo, no lejos de la ciudad de Goma, en la República Democrática del Congo. Es aquí, en el grupo Muja, donde está tomando forma un maravilloso proyecto de resiliencia comunitaria. Los desplazados por la guerra y los residentes locales unieron fuerzas para explotar un campo comunitario ofrecido gratuitamente por las autoridades.
Bajo el liderazgo del señor Kasereka Miroro, encargado de las actividades rurales, ya se han sembrado tres hectáreas de papa, así como cuatro hectáreas de maíz y frijol. Este proyecto, iniciado localmente, tiene como objetivo apoyar y supervisar a las poblaciones desplazadas e indígenas, en un enfoque de empoderamiento y seguridad alimentaria. El objetivo es claro: duplicar, o incluso triplicar, la producción para 2025, para satisfacer las crecientes necesidades de la comunidad.
En el centro de esta iniciativa, el agrónomo Amani Bahati, ex veterano de guerra, comparte sus conocimientos y su experiencia para garantizar el éxito de esta aventura colectiva. Las mujeres, actores esenciales de este proyecto, expresan su ardiente deseo de paz y seguridad en la región. Cultivan no sólo para satisfacer sus necesidades, sino también para preservar la tranquilidad y la cohesión social.
La Sra. Liberata Kazimwa, una figura destacada entre las mujeres desplazadas, enfatiza la importancia de asegurar la tierra y preservar la paz para asegurar la sostenibilidad de sus culturas. Lanza un llamado urgente a las autoridades para que apoyen con semillas de frijol, maíz y papa, para garantizar una producción óptima y diversificada.
Este enfoque, decididamente centrado en la ayuda mutua y la cooperación, tiene como objetivo luchar contra el hambre y reforzar la cohesión entre las distintas comunidades presentes en la región. Los desplazados por la guerra, que viven en Muja desde hace tres años, aspiran a reconstruir sus vidas y establecer vínculos sólidos con los residentes locales. Más que una simple actividad agrícola, este campo comunitario encarna la esperanza de un futuro mejor, anclado en la solidaridad y el compartir.
En última instancia, este proyecto de resiliencia comunitaria es mucho más que una simple iniciativa agrícola. Encarna el feroz deseo de las poblaciones locales y desplazadas de volver a unirse, de la mano, para construir un futuro mejor. Simboliza la fuerza de la solidaridad y la cooperación, al servicio de la paz y el bienestar de todos. Que este campo comunitario, como jardín de fraternidad, siga infundiendo esperanza y coraje a quienes en él participan, para un futuro más prometedor y solidario.