Fracaso rotundo en la COP16 biodiversidad: negociaciones suspendidas y financiación en peligro

El sábado 2 de noviembre de 2024, la COP16 sobre biodiversidad experimentó un estrepitoso fracaso tras acalorados debates y la falta de consenso sobre la financiación necesaria para salvar la naturaleza. A pesar de los avances para los pueblos indígenas y un fondo para la distribución de beneficios vinculados al genoma digitalizado, el persistente desacuerdo entre naciones ricas y en desarrollo deja un futuro incierto para la preservación de la biodiversidad. La cooperación internacional urgente es esencial para salvar nuestro planeta de la emergencia climática.
El sábado 2 de noviembre de 2024 quedará grabado en los anales de la diplomacia internacional como el día en que la biodiversidad en la COP16 experimentó un estrepitoso fracaso. La presidenta colombiana, Susana Muhamad, tuvo que suspender las negociaciones, deplorando la pérdida del quórum de delegados, muchos de los cuales abandonaron el pleno tras una noche de acalorados debates. Esta pausa forzada dejó un sabor amargo entre los participantes, incapaces de llegar a un acuerdo sobre la financiación necesaria para alcanzar los objetivos fijados para 2030 en materia de preservación de la naturaleza.

Sin embargo, lo que está en juego es crucial: es necesario movilizar 200 mil millones de dólares al año para salvar la biodiversidad, incluidos 30 mil millones en ayuda de los países ricos. A pesar de más de diez horas de intensas discusiones, la creación de un nuevo fondo para la naturaleza no encontró el agrado de las naciones industrializadas, reacias a la idea de multiplicar la ayuda multilateral y los mecanismos de financiación.

A pesar de este amargo fracaso, el presidente colombiano aún obtuvo ciertos avances, como un estatus reforzado para los pueblos indígenas, el reconocimiento de los afrodescendientes y el establecimiento de un fondo multilateral destinado a distribuir los beneficios derivados de la explotación del genoma digitalizado de los recursos naturales. en los países en desarrollo. Estas medidas, aunque beneficiosas, no son suficientes para compensar la falta de consenso sobre la financiación necesaria para preservar nuestro planeta.

Esta decepción pone de relieve una vez más las persistentes divisiones entre los países ricos y en desarrollo en materia de protección del medio ambiente. A medida que la emergencia climática se vuelve cada vez más apremiante, es más necesario que nunca encontrar soluciones concertadas y efectivas para preservar la biodiversidad y garantizar un futuro viable para las generaciones futuras.

Por lo tanto, es imperativo que las distintas partes interesadas dejen de lado sus diferencias y lleguen a un compromiso para liberar los fondos necesarios para la preservación de la naturaleza. El tiempo se acaba y es responsabilidad de todos asumir un compromiso decidido para proteger nuestro planeta. Sólo una verdadera cooperación internacional puede garantizar un futuro sostenible para nuestro medio ambiente y todas las especies que lo habitan.

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