FATSHIMETRÍA: Una tragedia en el camino hacia la esperanza
Una tragedia sin precedentes sacudió la ciudad de Mbulambula en el Congo, en la carretera de la esperanza que va de Kananga a Kalambambuji. El destino golpeó de repente y se llevó a cuatro mujeres, tres niños y un niño en un accidente de camión al amanecer. Los testimonios de los supervivientes, aún marcados por el horror de la escena, describen un violento vuelco del camión marca Taf Taf, en el que se cobraron varias vidas. Los cuerpos sin vida cubren el suelo, mientras los heridos luchan contra el dolor, testigos indefensos de esta tragedia.
El conmovedor relato de un superviviente destaca las deplorables condiciones de la carretera, señalando su mal estado como el principal culpable de este desastre. Esta carretera, apodada «la carretera de la esperanza», debía abrir vías de desarrollo y abrir la región de Kasai Central, ofreciendo así nuevas perspectivas a sus habitantes. Lamentablemente, la turbulenta historia de su construcción refleja las vicisitudes políticas y económicas del país. Lanzada bajo los auspicios del gobernador Alex Kande y confiada a empresas chinas, la construcción de la carretera se vio obstaculizada por los disturbios relacionados con los movimientos Kamuina Nsapu en 2017.
Finalmente, bajo la presidencia de Félix Tshisekedi, se relanzó la obra, esta vez confiada a la empresa Toha Investment. Desafortunadamente, el progreso ha sido mínimo, estancado por desafíos logísticos y financieros. Sólo a principios de este año, en el marco del contrato de Sicomines, los trabajos pudieron reanudarse con nuevo impulso. A pesar de estos esfuerzos, el trágico accidente de Mbulambula es un cruel recordatorio de los desafíos de la seguridad vial y la urgencia de invertir en infraestructura confiable y sostenible.
En este día oscuro para la comunidad de Mbulambula y más allá, las voces de las víctimas resuenan como un conmovedor recordatorio de nuestra fragilidad ante los caprichos de la vida. El luto y la tristeza invaden los corazones, mientras la ira y la incomprensión se expresan ante esta cruel realidad. Más allá de esta terrible experiencia, persiste una pregunta: ¿cuántas vidas más serán necesarias perder antes de que el camino de la esperanza se convierta en un camino de seguridad y prosperidad para todos aquellos que lo toman? Mientras espera respuestas concretas, Mbulambula llora a sus hijos e hijas, que fueron interrumpidos demasiado pronto en el camino hacia sus sueños.