Protestas en Zintan: cierre de válvulas de petróleo en solidaridad con alto funcionario secuestrado

La ciudad de Zintan, Libia, es escenario de audaces protestas tras el secuestro del general de brigada Mustafa al-Whayshi. Los residentes cerraron las válvulas de distribución de petróleo, cortando el suministro a la refinería de Zawiya. Los manifestantes exigen la liberación de al-Whayshi y acusan al gobierno de complicidad. Los servicios de inteligencia condenan el secuestro y ponen de relieve una preocupante tendencia en Libia a utilizar los secuestros para silenciar las investigaciones sobre corrupción y milicias.
Hasta el martes, la ciudad de Zintan, Libia, fue escenario de acciones audaces cuando sus residentes cerraron válvulas cruciales de distribución de petróleo para protestar por el secuestro del general de brigada Mustafa al-Whayshi, líder del Departamento de Seguridad Central.

Al-Whayshi fue secuestrado la semana anterior y sus captores aún no han sido identificados. Los dirigentes locales de Zintan acusan al gobierno de Dbeibah y al Consejo Presidencial de ser responsables de este incidente.

Vehículos armados salieron a las calles de Zintan mientras los manifestantes se movilizaban en apoyo de quienes ya habían cerrado las válvulas que conectan los campos petroleros de Sharara y El Feel con la refinería de Zawiya, una importante instalación crucial para las exportaciones de petróleo de Libia.

La refinería procesa aproximadamente 350.000 barriles de petróleo por día, lo que representa casi un tercio de la producción petrolera del país.

Los manifestantes, que bloquearon carreteras y quemaron neumáticos, exigen la liberación inmediata de al-Whayshi y advierten de una mayor escalada si no se cumplen sus demandas.

Miembros de los servicios de inteligencia de Libia también condenaron el secuestro, vinculándolo a un clima general de intimidación destinado a obstaculizar las investigaciones de seguridad nacional, en particular aquellas que involucran a milicias y corrupción.

Los secuestros de figuras clave, incluidos funcionarios públicos y jueces, se han convertido en una táctica preocupante en Libia, que a menudo se utiliza para silenciar a quienes investigan la corrupción y la influencia de las milicias.

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