Fatshimétrie – Manifestación de vendedores contra la venta del puerto de Ngbaka por parte de inversores indios en Kinshasa
Una ola de protestas sacudió la capital congoleña este lunes 25 de noviembre cuando vendedores en el puerto de la Oficina Nacional de Transporte (Onatra) expresaron su enfado por lo que consideran una venta fraudulenta de su mercado a inversores indios. Las comerciantes, con las armas cargadas con cestas de pescado ahumado, blandieron sus voces y consignas en las calles de Kinshasa para denunciar este acto que califican de injusto y perjudicial para sus medios de subsistencia.
El meollo del conflicto está en el puerto de “Ngbaka”, un espacio vital para estos vendedores situado entre el puerto de Apollo y Baramoto, que constituye el centro de su actividad comercial. Estas valientes mujeres acusan abiertamente al director general de Onatra, Martin Lukusa, de haber sellado un acuerdo con inversores extranjeros en detrimento de la comunidad local. Su resistencia es un grito de angustia ante la amenaza inminente de perder su principal lugar de trabajo.
En un país donde las oportunidades laborales son escasas, la venta de este puerto simboliza mucho más que una simple transacción económica. Para estas mujeres, es la garantía de poder alimentar a su familia, enviar a sus hijos a la escuela y mantener una apariencia de estabilidad en un contexto socioeconómico precario. Su presencia hoy en las calles de Kinshasa es un reflejo de su resiliencia y su combatividad frente a una injusticia flagrante.
Los testimonios de los vendedores revelan la magnitud del desastre social que se avecina si se concreta esta venta. Sin acceso al puerto “Ngbaka”, su futuro y el de sus hijos está comprometido. Las voces alzadas en las calles de Kinshasa transmiten un mensaje fuerte y claro: el pueblo congoleño merece ser escuchado y respetado. Los intereses extranjeros no deben prevalecer sobre los de la población local, que lucha todos los días para asegurar su supervivencia.
Ante esta tensa situación, se pide a las autoridades locales que encuentren una solución justa que preserve los intereses de los vendedores respetando las reglas del juego económico. Es imperativo que las voces de los más vulnerables se tengan en cuenta en las decisiones que afectan directamente su vida diaria.
En conclusión, la lucha de los vendedores del puerto de “Ngbaka” es un grito del corazón que resuena más allá de las calles de Kinshasa. Es la lucha de mujeres valientes que luchan por su dignidad, su familia y su derecho a un futuro mejor. Su determinación es un ejemplo de resistencia pacífica y solidaridad comunitaria que merece ser apoyado y escuchado. Su llamado a la justicia y la equidad debe tomarse en serio, porque toca el corazón de la sociedad congoleña y sus valores fundamentales.