Desde el 11 de noviembre, la isla de Haití, ya marcada por dificultades políticas y económicas, se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes. De hecho, más de 41.000 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares debido al aumento de la violencia y la inseguridad en la capital, Puerto Príncipe, según reveló la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En el centro de este drama, más de la mitad de estas personas desplazadas, o más de 21.000 niños, se encuentran abandonados a su suerte, a menudo obligados a cambiar de lugar de vida varias veces en los últimos dos años. Estas cifras alarmantes han alcanzado picos desde enero de 2023, lo que pone de relieve una crisis humanitaria de escala sin precedentes.
La suerte de los niños, principales víctimas de esta crisis, es particularmente desgarradora. Muchos de ellos buscan refugio en escuelas superpobladas, transformadas en albergues o con familias de acogida, sin acceso a condiciones sanitarias dignas, alimentación suficiente o atención médica adecuada. Ante esta emergencia, la ONG Save the Children ha lanzado un llamamiento urgente para que los trabajadores humanitarios y los suministros vitales tengan acceso pleno y sin trabas en todo Haití, en particular en Puerto Príncipe, para luchar contra el hambre y la desnutrición aguda grave. la protección de los niños.
La situación actual es el resultado de una escalada de violencia que ha empujado a un número creciente de niños haitianos a unirse a pandillas, una dramática realidad confirmada por Naciones Unidas que informa de un aumento del 70% en el reclutamiento de niños por parte de estos grupos criminales en los últimos años. año. Obligados por la fuerza o por la necesidad de sobrevivir, estos niños se ven envueltos en actividades peligrosas y destructivas, comprometiendo gravemente su futuro.
El aumento de la violencia en Puerto Príncipe se ha visto exacerbado por tensiones políticas internas y acusaciones de corrupción contra miembros de un consejo de transición encargado de restaurar el orden democrático en Haití. Las pandillas han consolidado su control sobre el 85% de la capital, desafiando a las autoridades vigentes. A pesar de la presencia de una misión policial encabezada por Kenia, el equilibrio sigue siendo frágil y la población haitiana sigue viviendo con miedo e incertidumbre.
Esta crisis humanitaria en Haití es una llamada de atención para la comunidad internacional. Es imperativo tomar medidas urgentes para proteger a los niños, garantizar su seguridad y garantizar un acceso equitativo a la asistencia humanitaria. La solidaridad y la voluntad política son esenciales para poner fin a esta espiral de violencia e inseguridad que está hundiendo a Haití en una situación desesperada.