En el centro de la actual crisis humanitaria que afecta a la Franja de Gaza, los palestinos enfrentan una escasez crítica de agua que amenaza sus vidas y su salud. De hecho, un informe reciente de Human Rights Watch (HRW) acusa a Israel de «genocidio» por privar a los palestinos de Gaza de un suministro adecuado de agua, una medida que ha contribuido a miles de muertes y a la propagación de numerosas enfermedades.
Entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, las autoridades israelíes privaron deliberadamente a los palestinos de Gaza de la cantidad mínima de agua necesaria para su supervivencia, según las normas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta privación ha tenido consecuencias devastadoras, incluidas muertes y la propagación de enfermedades graves entre la población.
Según la OMS, cada individuo necesita entre 50 y 100 litros de agua al día para cubrir sus necesidades básicas. En situaciones de emergencia prolongadas, esta cantidad mínima puede reducirse a 15 o 20 litros diarios para beber e higiene. Sin embargo, para los más de 2 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza, incluso esta cantidad es inaccesible. La mayor parte, si no toda, del agua a la que tienen acceso los palestinos en Gaza no es potable.
HRW dice que las acciones de Israel equivalen a actos de genocidio según la Convención sobre Genocidio y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI). La obstrucción intencionada del suministro de agua en Gaza tiene consecuencias devastadoras para la población, en particular para los niños que no pueden ser alimentados adecuadamente debido a la desnutrición y la deshidratación.
El conflicto entre Israel y Hamás, desencadenado tras el ataque de este último en octubre de 2023, ya ha costado la vida a casi 45.000 palestinos y ha herido a otros 106.000, según el Ministerio de Salud palestino. HRW destaca que la obstrucción del agua en Gaza es una táctica deliberada de las autoridades israelíes, con obstrucciones a la ayuda humanitaria y daños masivos causados a la infraestructura hídrica de Gaza tras los ataques israelíes.
En enero, el Banco Mundial e Ipsos estimaron que casi el 60% de la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza había sido dañada o destruida por las hostilidades, cifra que aumentó al 84% en agosto. En julio, los soldados israelíes destruyeron un importante depósito de agua que abastecía a Rafah, en el sur de Gaza. La explosión fue capturada en un video eliminado desde entonces compartido por un soldado israelí en Instagram y geoetiquetado por Fatshimetrie.
En una declaración a Fatshimetrie, Oren Marmorstein, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, negó las acusaciones de HRW y afirmó que Israel estaba «facilitando el flujo continuo de agua y ayuda humanitaria» a Gaza.. También aseguró que la infraestructura hídrica, incluidas tuberías e instalaciones de desalinización, seguía operativa.
La crisis del agua en Gaza ha provocado una serie de enfermedades y muertes entre la población, mientras que el acceso al agua potable y a un saneamiento adecuado sigue siendo gravemente limitado. Las infecciones bacterianas como la diarrea se han generalizado en el enclave debido al consumo de agua contaminada. La imposibilidad de disponer de agua potable también ha abierto la puerta a enfermedades graves como la polio, cuyo caso se ha confirmado en Gaza por primera vez en 25 años.
El informe de HRW destaca la tragedia humana que se está desarrollando en Gaza, con consecuencias potencialmente desastrosas para la salud y el bienestar de los palestinos. A pesar de las negativas de Israel y de las medidas adoptadas para mantener en funcionamiento la infraestructura hídrica, la crisis del agua en Gaza sigue siendo un desafío importante que requiere medidas urgentes para evitar una catástrofe humanitaria.
A la espera de una solución duradera a este conflicto, la comunidad internacional y las organizaciones humanitarias deben redoblar sus esfuerzos para garantizar el acceso equitativo al agua potable y a los servicios básicos de saneamiento para los palestinos en Gaza. La dignidad y la vida de miles de personas dependen de la respuesta colectiva a esta crisis humanitaria que no se puede ignorar.