Los ojos del mundo estaban puestos en la ciudad de Ibadan, Nigeria, donde una fiesta de Navidad se convirtió en un escenario de tragedia. Treinta y cinco niños murieron y otros seis tuvieron que ser trasladados al hospital tras una estampida en un popular parque de atracciones. Más de 5.000 niños asistieron al evento, atraídos por la promesa de recibir dinero y alimentos.
La multitud masiva reunida para la ocasión tomó un giro trágico cuando los organizadores llegaron al lugar. Los testigos describieron escenas de caos y desesperación mientras los niños luchaban por sus vidas. La policía arrestó rápidamente a ocho personas, incluida Naomi Silekunola, la principal organizadora del evento. El presidente Bola Tinubu expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y pidió una investigación exhaustiva.
Ante esta tragedia, las autoridades han instado a los padres de familia a acudir a los hospitales para verificar el estado de salud de sus hijos, ya que se han reportado muchas muertes por parte del personal médico.
El desastre vuelve a plantear interrogantes sobre la profundización de la crisis económica de Nigeria, que ha provocado varias protestas masivas mortales este año. Incidentes similares a los de Ibadan ocurrieron en los estados de Nasarawa, Bauchi y Lagos, causando múltiples víctimas.
Esta tragedia es un duro recordatorio de que la seguridad y el bienestar de los niños deben ser una máxima prioridad en todos los eventos públicos. Mientras Nigeria lamenta la pérdida de sus jóvenes ciudadanos, es imperativo que se tomen medidas para garantizar que tragedias como esta no vuelvan a ocurrir en el futuro.